Las ideas fijas – David Sáenz #Columnista7días

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Nos hemos preguntado de dónde vienen nuestras ideas, cómo las construimos y de dónde surgen nuestras convicciones. Estas preguntas se hacen necesarias por muchas razones, entre ellas, para percatarnos si somos objeto de alguna manipulación mediática, o religiosa, o ideológica, o propagandística.

En el presente, gracias al derecho adquirido de la libre expresión, discutimos nuestras ideas en las conversaciones cotidianas que se dan en los diferentes ámbitos en donde nos movemos. La perorata va y viene y el debate se comprende como una exposición pasional de ideas fijas, sin embargo, puede que no seamos conscientes de que lo que expresamos no son nuestras ideas, sino las ideas de alguien más.

Bien es cierto que construimos nuestras ideas con lo leído, lo escuchado y lo conversado, aun así, hay algo que hace falta: la ponderación de esas ideas en el silencio. Por otra parte, la necesidad de la duda y del escepticismo.

Ahora bien, una forma de ponderar nuestras ideas es con la lectura, dado que en ese diálogo con los textos nos damos cuenta de que las ideas fijas pueden no ser otra cosa, sino manifestación de la ignorancia que nos somete y de la manipulación de nuestras consciencias en los tiempos de la revolución de la comunicación.

En muchos escenarios sería bueno practicar este análisis. Tal acción podría darnos una suerte de libertad de espíritu. Aunque no podamos ser totalmente libres, sí podríamos tener la certeza de que nuestras ideas, que después se convierten en prácticas, son fruto de la reflexión, la meditación y del ejercicio del pensamiento.

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