La oportunidad del trabajo – Carlos David Martínez Ramírez #Columnista7días

Columnistas 7 días Carlos David Martinez

Incluso antes de la pandemia resultaba preocupante que, a pesar del crecimiento económico, en algunos países, se observaba que no siempre se correlacionaba el crecimiento con mejores índices de empleo. Actualmente podría debatirse el acceso al trabajo como un aspecto crítico para la calidad de vida; es decir, la complejidad de la economía contemporánea lleva a que el acceso (la oportunidad) al trabajo sea un tema clave incluso por encima (o antes) de las condiciones laborales.

Claramente esto no quiere decir que sea válido disminuir condiciones laborales de calidad con la excusa de permitir mayor acceso al trabajo; de hecho, la experiencia colombiana ha demostrado que reducir cargas prestacionales o impuestos, con la excusa de ambientar un escenario de mayor rentabilidad, no se correlaciona con más puestos de trabajo. Como lo explicó la Ministra de Trabajo de Colombia en una entrevista reciente: “el recorte de derechos no genera empleo”.

Por otra parte, el fenómeno migratorio afecta el mercado laboral, pero, si bien esto preocupa especialmente en América y Europa, no es la única variable que se debe considerar al analizar los índices de desempleo; puede que pese mucho más la productividad.

En nuestro país vale la pena replantear algunas ideas contemporáneas generalizadas, atendiendo la realidad de nuestros contextos regionales, por ejemplo, si bien es cierto que el sector servicios es clave eso no quiere decir que el uso de la tierra sea un tema pasado de moda, más cuando usamos el doble del terreno disponible para ganadería y la mitad del disponible para cultivos. Es decir, en Colombia sí tiene mucho sentido pensar en cómo potenciar la economía desde el agro.

Otro sitio común es el de suponer que el emprendimiento es preferible a un empleo estable; puede que eso sea acertado, pero vale la pena diferenciar entre un emprendimiento fundamentado técnicamente y con potencial en mercados precisos y emprendimientos de supervivencia, es decir, lo que denominamos popularmente como rebusque.

Recientemente, resulta curioso que algunos defensores de políticas que permiten la flexibilidad laboral (en beneficio de los empleadores y en detrimento de los derechos de los trabajadores) aluden a los contratos laborales “convencionales” como “viejos” o “del siglo pasado”, como si se insinuara que todo lo “nuevo” es mejor que lo “viejo”. Vale la pena recordar la historia de los derechos fundamentales en el trabajo para que la superficialidad y los sitios comunes no se impongan sobre la racionalidad.

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