Se llama César Gerardo Rincón Vargas y apenas lleva un año y dos meses de servicio, pero ya le tocó afrontar la situación más difícil de su vida: hace parte de los 78 policías secuestrados en San Vicente del Caguán por un grupo de la llamada guardia indígena.

Este joven, de 22 años, se graduó en diciembre del 2021 en la Escuela Nacional de Carabineros Alfonso López Pumarejo, con sede en Facatativá, y dos meses después fue enfilado en el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), hoy Unidad Nacional de Diálogo y Mantenimiento del Orden (Undmo).
Reside en la capital del Huila, pues pertenece a la Policía Metropolitana de Neiva y junto a sus compañeros trataban de recuperar el orden tras una asonada en las instalaciones de la empresa Emerald Energy, ubicada en el sector Los Pozos en San Vicente del Caguán (Caquetá), cuando fueron retenidos a la fuerza desde la mañana de este jueves en medio de una revuelta protagonizada por un grupo de indígenas y campesinos de la zona, que ya asesinaron a un suboficial, también boyacense, a sangre fría, en medio de la protesta contra incumplimientos del gobierno de Gustavo Petro.
“Me da pena, pero jamás un campesino va a utilizar los términos que utilizaron o a hacer lo que hicieron esos hombres contra la Policía. Un campesino es una persona de bien, estos no eran campesinos, un campesino nunca va a decir que le van a regar gasolina a unas personas para prenderles candela, o va a asesinar a alguien como lo hicieron ellos a sangre fría”, dijo Lida Vargas Pérez, mamá del joven patrullero.
La desesperada mujer asegura que lo más duro ha sido la incertidumbre que han tenido que vivir desde la madrugada de este jueves y lo peor de todo los videos y fotos que han circulado a través de las redes sociales donde casi que se transmite en vivo el maltrato y humillación contra los uniformados inermes.

“Es humillante ver cómo los retuvieron, cómo los tratan, ver cómo casi que transmitieron en directo el asesinato del intendente sin que nadie haga nada, escuchar todo lo que les dicen y hasta hoy viernes a mediodía no saber cuál será su suerte, esto no se le desea a nadie”, recalcó Lida Vargas.
Cesar Ricardo es el segundo de tres hermanos, todos nacidos en Tópaga, al igual que sus padres, cursó sus estudios de primaria en la escuela de este municipio, ubicado a 30 minutos de Sogamoso y luego su familia se mudó a Tauramena (Casanare), donde estudió su bachillerato para luego continuar su formación en la escuela de Policía.
Sus padres y hermanas, ‘con el credo en la boca’ solo esperan el momento de que les digan que los liberaron y desde luego poderlo abrazar y hablar con él. “Desconcierta la manera salvaje con la que acabaron la vida del señor subintendente Ricardo Arley Monroy Prieto, cuando protegía a personas atemorizadas por la arremetida de una jauría que privilegió el caos sobre el diálogo”, escribió el general Henry Sanabria, director de la Policía al referirse al asesinato del suboficial boyacense oriundo de Cómbita.