(Usiacurí, febrero 7 de 2023)
Fueron dos días de conmemoración inolvidable, en los que se contó con la compañía de sus nietos Flórez La Rotta, dos encantadoras damas llevadas de la mano por sus hermanos, con el porte delicado del abuelo reflejado en los dos nietos, todos con la huella plateada de los años y la tierna sonrisa de Doña Petrona danzando en sus labios como si fueran los versos del poeta. Mientras el espíritu inquieto de Don Julio, jugaba con la brisa, alborotándoles los cabellos a los chinos, iniciando ya el camino para viejos.
Fue un peregrinaje por las raíces, igual a los ancestrales promeseros, trayéndole al hijo ausente el sabor de su origen, el olor a su tierra y la bendición de la Virgen de Chiquinquirá, nuestra eterna Patrona, amor y devoción divididos con su querida Petrona. Así la tarde se fue diluyendo entre versos y letras, cantas y coplas, cumbias y guabinas, homenaje sentido en el abrazo de dos pueblos, haciéndose cada día más fuertes en un solo sentimiento. Pudimos percibir al bardo jugando entre las hojas de los árboles, o enjugando el sudor del humilde y silencioso, el que trabaja para hacer posible las cosas, es un trabajo de todos por todos, dijo la voz del corazón de la alcaldesa Katherine Pasos, mujer comprometida con su pueblo, mientras Margarita, la directora del Museo Julio Flórez, arrojaba al viento los pétalos de una flor, mientras seguía luchando en silencio por los sueños de los que no pueden alcanzar los suyos. Así iban cargando todos su pedacito de hoja, para el alimento del hormiguero.
Fueron días que seguirán vivos en la memoria de todos, se recordarán como el tiempo en que Colombia se abrazó en un solo corazón, alrededor de la vida y obra de ‘El Divino’ Don Julio Flórez Roa.
Un bello atardecer en Usiacurí
Atardecer en Usiacurí el 7 de febrero de 2023, visto desde la colina Natividad, una de las tantas en la topografía con colinas del pueblo, que quisiera hoy compartir con los lectores. Ocaso sobre el horizonte del parque natural Luriza, una reserva que conserva el paisaje de la región, variedad única de fauna y flora que enorgullece a su población y sorprende a extraños.
Hermoso atardecer acompañando la conmemoración del centenario de la partida del poeta. Colorido tropical dibujado en el lienzo del cielo, en medio de una lluvia de versos y alegres notas entonando melodías del corazón, en el pentagrama de los sentimientos de dos pueblos, o acompasados torbellinos danzando de la mano con el alegre e incontenible movimiento de caderas de las cumbiamberas.
Así, en medio del ensueño, el tiempo se fue sin darnos cuenta, acompañados por la caricia de los recuerdos y la tenue brisa en la que todos sentimos la presencia del poeta ausente.
Estos atardeceres únicos no los cambiará el paso de los años, ellos seguirán en la memoria, cantados en la voz de futuras generaciones, cuando envueltos en la nostalgia de otro atardecer, declamarán a sus hijos y nietos los versos del inolvidable poeta, que con su inspiración y sensibilidad un día hizo de dos pueblos uno solo
Mientras tanto, inexplicablemente, por las tierras de Chiquinquirá, en el alto del Boquerón, esa mañana las nubes dibujaron un bello ramillete de flores blancas, sobre el horizonte de los cerros Fura y Tena, como un sentido homenaje a la obra de su hijo el poeta peregrino.
FABIO JOSE SAAVEDRA CORREDOR