
Es común que cuando se hable de funcionarios en el servicio público se haga una distinción de perfiles en términos de técnicos o políticos. Se dice que son técnicos si los funcionarios cuentan con formación, experiencia y entrenamientos suficientes, es decir si tienen la cualificación requerida en términos profesionales; cuando se alude a lo político en este escenario es para referenciar que sigue la línea de pensamiento del gobernante que lo posesiona o apoya sus proyectos o hace parte del mismo partido.
En este escenario, lo más razonable es que los funcionarios cumplan con unos estándares basados en la meritocracia, desafortunadamente muchas veces los gobernantes hacen nombramientos privilegiando otros criterios; aludiendo a veces a la confianza, lo que es comprensible; pero las situaciones se tornan problemáticas cuando el criterio apunta a lo que se denomina cuotas burocráticas.
Desafortunadamente, muchas veces la meritocracia en Colombia no se aplica o escasamente funciona para cargos operativos o de gerencia media, mientras muchos de los cargos directivos se escogen “a dedo”.
La falta de funcionarios preparados técnicamente, o digamos competentes, para no caer en el arribismo de los títulos profesionales, puede generar problemas al funcionamiento de las organizaciones y consecuentemente a la población que debería beneficiarse.
Hoy vale la pena preguntar hasta qué punto la escasez de meritocracia corresponde con un exceso de “burocratización”, es decir, con prácticas políticas que privilegian la repartija, en lugar de la adecuada racionalización de los procesos.
Tal vez sea muy pronto para pedirle al gobierno actual cambios radicales en las formas en las que se ha venido haciendo la política en los últimos dos siglos, pero si vale la pena invitar a la autoconciencia y la autocrítica sobre este tipo de fenómenos estructurales para que se inicie una racionalización conveniente por el bien de las poblaciones a largo plazo, y para que no se mire simplemente la acomodación de poderes regionales en el corto plazo.
La realidad no es tan simple como para afirmar que requerimos perfiles más técnicos y menos políticos, la realidad es que se necesitan ambos tipos de habilidades al mismo tiempo, afortunadamente tenemos talento abundante para suplir lo que se requiere.