En los últimos días he hablado con algunas personas sobre sus hábitos de lectura. Muchos han dicho que no leen y que tampoco les gusta ni tienen tiempo para leer. Al preguntar por las ocupaciones de las personas, se hizo muy notorio que sus largas y exigentes jornadas laborales no les permite pasar, así sea una hora al día, leyendo algo que les haga viajar en el tiempo y en el espacio.

Tal situación me hizo pensar que las empresas deberían tener en sus horarios una hora diaria para que las personas puedan leer. Así mismo, deberían invitar a promotores de lectura para que orienten a los futuros lectores en la adquisición del hábito.

Puede que muchos piensen que eso sería una pérdida de tiempo, sin embargo, si las empresas revisan con detenimiento esta propuesta, pueden encontrar en ella grandes beneficios. Por ejemplo, si las personas leen podrán mejorar sus habilidades comunicativas. El ejercitarse en este aspecto puede ayudar a que los procesos en las empresas sean más fluidos y, por consiguiente, menos desgastantes en términos económicos y humanos.

Por otra parte, si las personas leen podrán imaginar otras posibilidades; otros mundos serán posibles. En efecto, los colaboradores de las empresas tendrían mayor creatividad al momento de enfrentar los retos y de dirimir los conflictos.