En esta temporada es común que las personas hagan esfuerzos por hacer compras para todos los miembros de la familia, muchas veces cometiendo el error de incurrir en deudas impagables.
El denominado consumismo, la idea de la realización asociada a la acumulación de bienes y las “tradiciones” que enarbolan la abundancia como algo natural, suelen reforzar una suerte de imperativo por hacer compras para generar satisfacción.
Es así como se puede experimentar un malestar enorme al momento de pagar las deudas adquiridas, similar a la resaca que genera el licor, el guayabo financiero se presenta al tomar conciencia de los errores cometidos adquiriendo deudas innecesarias.
Adquirir cosas que podemos usar en el futuro puede generarnos la falsa sensación de que vamos a vivir lo suficiente para usarlas, pero la vida se nos va en una vacuidad que resulta difícil de reconocer en el mundo occidental, siendo la codicia una forma de neurosis muy común en la contemporaneidad.
En este escenario, algunos expertos recomiendan al momento de comprar algo preguntarnos: ¿realmente lo necesito? ¿qué pasa si no lo adquiero? Preguntas sencillas que pueden llevarnos a reflexionar críticamente sobre la pertinencia de comprar algo o adquirir un préstamo.
Algo que puede ayudar mucho es el desarrollo de cursos de educación financiera para el hogar desde la formación básica, incluso desde primaria, en los que se enseñe el funcionamiento de la banca, las diferencias entre modalidades de tasas de interés, entre otros tantos conocimientos básicos que pueden generar competencias fundamentales para un adecuado manejo de las finanzas personales.