Una familia llena de sabor con sus adobos y aderezos las tiendas colombianas

Sin empleo y con una licuadora como única herramienta, los Parra Quintero se convirtieron sin proponérselo en propietarios de una empresa que hoy llena tiendas y supermercados colombianos con adobos y aderezos, fabricados por una decena de personas en una planta donde también cocinan el sueño de exportar.

La empresa Aliños en Casa, que ha llenado a Medellín con sus condimentos, aderezos y salsas, recientemente ganó el premio Famiempresario Interactuar del Año en la categoría «Familia Empresaria», una distinción que sirvió para que «puertas que ya habíamos tocado se empezaran a abrir», afirmó Beatriz. EFE/ Luis Eduardo Noriega A.

«Con tal de pagar la universidad y el colegio de mis cuatro hijos, estamos bien», decía Jorge Iván Parra en 2008, año en el que «engendró» en la cocina de su casa el adobo que transformó su vida y la economía de su hogar con la creación de la empresa familiar Aliños en Casa.

«A muchos amigos les gustaba lo que cocinaba cuando hacíamos asados o sancochos con ese adobo que preparaba», señaló a EFE Jorge Iván, quien reconoce que empezó «muy empírico» y después se empezó a capacitar.

UN VIAJE POR EL SABOR

Tras perder su empleo como despachador en una empresa de transporte, empezó a conducir un taxi. Cargaba su producto en una pequeña nevera para ofrecerlo a los pasajeros mientras recorría Medellín. Así detectó su potencial. Un comensal le sugirió convertirlo en una marca. Pasó de vender unas 50 unidades a producir 15.000 al mes.

«Este adobo sostuvo a la familia por tres años», cuenta a EFE Beatriz Quintero mientras sostiene que esa popular mezcla natural y sin conservantes, usada para sazonar carnes, sopas y fríjoles, le abrió la puerta a otros productos que también posicionaron en el mercado, como ají picante y dulce, encurtidos y guacamole, entre otros.

La «buena sazón» de Jorge Iván se encargó de abrir el camino cuando «nos decían que eso no se iba a vender». Los miembros de la familia empezaron a empujar un emprendimiento que en 2011 abrió su planta en el barrio Belén Aguas Frías, de Medellín, donde procesan a diario cientos de kilos de materia prima que compran a agricultores que cultivan libre de químicos.

Un impulso clave para los Parra Quintero llegó a través de Interactuar, una corporación de desarrollo social, que representó para Aliños en Casa un crecimiento exponencial con apoyo financiero, asesorías y la participación en programas como el Método Base de Aceleración (MBA).

«No sé en qué momento se disparó esta empresa, pero le doy gracias a Dios por los aliados, los clientes y el personal, por hacer de este sueño algo real», comentó Beatriz.

TRANSFORMANDO EL SUEÑO FAMILIAR

La marca pasó por un proceso de cambio de empaque y de logo. Vinieron capacitaciones hasta que la compañía empezó a evolucionar. Además el equipo de trabajo se robusteció cuando los hijos se unieron por completo al proyecto.

«En las vacaciones iba a la empresa a ayudar en lo que pudiera, me metía a la planta de producción a aprender porque siempre he sido muy pegada a mi papá», recordó Estefanía Parra, quien actualmente está a cargo de la parte administrativa

Su hermano Dominyk se dio cuenta que era un «gran vendedor» y se encargó de «hacer trascender» el negocio familiar hasta conseguir que actualmente los productos se vendan en más de 150 supermercados, tiendas y carnicerías.

Desde ciudades como Armenia, Pereira y Bogotá empezaron a llegar solicitudes y actualmente cuenta con siete distribuidores y tres maquilas, una de ellas se alista para llevar los productos a Estados Unidos.

«Tenemos muchas posibilidades de crecer. Me veo exportando los aliños; ese va a ser un próximo paso a seguir», expresó a EFE Estefanía, y agregó que tiene una «admiración tremenda por mis papás por esto tan maravillosos que han creado».

Sin empleo y con una licuadora como única herramienta, los Parra Quintero se convirtieron sin proponérselo en propietarios de una empresa que hoy llena tiendas y supermercados colombianos con adobos y aderezos, fabricados por una decena de personas en una planta donde también cocinan el sueño de exportar. EFE/ Luis Eduardo Noriega A.

ALIÑOS, EN LA MISMA SINTONÍA

La empresa Aliños en Casa, que ha llenado a Medellín con sus condimentos, aderezos y salsas, recientemente ganó el premio Famiempresario Interactuar del Año en la categoría «Familia Empresaria», una distinción que sirvió para que «puertas que ya habíamos tocado se empezaran a abrir», afirmó Beatriz.

El líder de implementación y avance empresarial de Interactuar, Harold Tavera, dijo a EFE que detrás de cada empresario hay un esfuerzo de la familia por «mantener a flote esa unidad económica» de la que provienen muchos de los ingresos del hogar.

Ese es el caso de los Parra Quintero, una familia que «trabaja toda en una misma sintonía para que todo salga bien».

«Desde la primera visita pudimos palpar a una empresa con propósito; más allá de tener la idea de vender unos buenos productos, lo que querían era cuidar a sus clientes y facilitar sus vidas», sostuvo Tavera. EFE

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