Los fuegos de la envidia, una dimensión trágica de nuestros deseos – Jorge Arturo Martínez

La búsqueda de alcanzar nuestros deseos puede concebirse como una sensación básica e íntima de cada persona, que va ligada a la búsqueda del placer, de la misma manera como lo es la envidia, al fin de cuentas, la envidia es en sí misma el deseo de tener una condición placentera que es poseída por otra persona.

En pocas palabras, la envidia es una emoción que se siente, cuando una persona ve la felicidad que otra experimenta al poseer un objeto o condición novedosa en particular.

Imagine por un momento que se reúne con una persona cercana, quien expresa un sentimiento de felicidad porque cambio su auto por uno último modelo, o cambio de casa para una más amplia y confortable; después de un momento, usted siente una sensación física que se podría traducir como un fuego interno, acompañando de pensamientos como, “yo quería ese carro, o esa casa es la que yo me merezco, he trabajado tanto y no lo he podido lograr, ¿por qué él sí?”; pero además, usted se siente mal por sentir y pensar de esa forma.

Es evidente que usted pensaría que en el caso anterior el amigo tiene envidia del nuevo carro o la casa, pero en realidad, lo que le molesta no son los objetos en particular, es la felicidad que su amigo expresa al cambiar de auto o casa y eso es lo que usted quiere sentir. Por eso, muchas veces la envidia es entendida como una dimensión trágica de nuestros deseos y las personas se siente mal al sentirla.

Si bien la búsqueda del placer no es exclusiva de la especie humana, la envidia si lo es, en el primer caso, muchas especies animales no humanas buscan el placer en necesidades básicas para su supervivencia, como el comer, beber y la procreación; probablemente compitan con miembros de su especie o de otras especies por el alimento, las fuentes de agua y hasta por la procreación, pero en ningún caso sienten tristeza, pesar o rabia por la felicidad que siente el otro  al cazar una presa más grande.

Veamos el caso de las conductas maternales de las conejas, una de las características antes de dar cría, es que ellas construyen un nido subterráneo, para lo cual deben excavar una madriguera, después deben recolectar paja y llevarla dentro de la madriguera y finalmente, hacen un recubrimiento de la madriguera con paja y pelo que la coneja se arranca de su pecho. Este tipo de comportamiento son innatos y ayudan a la especie a su supervivencia, pero en ningún caso hay sentimiento de envidia sobre quien tiene la mejor madriguera, la más grande, confortable y con los mejores acabados en paja, en pocas palabras, no desean la felicidad de la otra coneja.

La diferencia entre los humanos y otras especies, es que el humano tiene la capacidad de pensar, razonar, imaginar, lo que le permitió construir un lenguaje y de esta forma crear una diversidad de realidades imaginadas y patrones de comportamiento, que se resumen en cultura. Una vez que apareció la cultura, se desarrollaron ideales y estándares sociales de comportamiento. Por ejemplo, los ideales, los imaginarios y las fantasías actuales sobre qué es ser una persona triunfadora, llevan a que continuamente las personas estén revaluando sus logros, comparándolos con los logros de otros miembros de su comunidad.

Cuando las personas perciben que no alcanzan los estándares culturales, muchas veces, experimentan emociones negativas asociadas con pensamientos de destruir o hacer daño a otras personas incluso a quienes queremos, siendo uno de los sentimientos poco aceptados socialmente y el que más se busca ocultar cuando se siente, por miedo a ser rechazado, ya que la envidia daña la imagen de la persona que la siente, porque no es tolerada por nuestra sociedad.

Desde luego, todas las personas hemos experimentado sentimientos de envidia en algún momento de nuestra vida, hemos deseado algo que les da felicidad a otras personas, pero validamos ese sentimiento con la frase “envidia de la buena”. Podríamos inferir de esta afirmación que existe entonces una envidia buena y otra mala, esta última despierta en las personas sentimientos de ira, celos y pensamientos de destrucción o venganza, como una forma de obtener lo que se quiere y disminuir el malestar emocional o frustración que le genera el no haber alcanzado los ideales y estándares de comportamiento establecidos por la sociedad.

Por ejemplo, este tipo de sentimientos pueden llevar hacer actos que van en contra de valores y sentimientos aceptados e inculcados socialmente como el amor, la protección, la alegría y la búsqueda del bienestar colectivo, es el caso Jhonier Leal, quien el pasado enero del 2022, aceptó haber asesinado a su hermano Mauricio Leal y a su mamá, por sentimientos de rabia, debido al triunfo que tenía su hermano como estilista profesional y que él no había alcanzado, pese a los esfuerzos que había hecho.

Si hacemos el ejercicio de suponer, lo que Jhonier Leal pensaba y sentía, antes de asesinar a su hermano, probablemente este culpaba a su hermano por su fracaso, deseando el triunfo y la felicidad que él no tenía, pero rara vez debió mencionarlo a su familia, claramente lo ocultaba, debido al rechazo social, por eso hacia todo lo contrario, en público alababa los triunfos de su hermano, pero en silencio deseaba su felicidad. Lo que llevó a Jhonier Leal, a desplazar estos sentimientos hasta experimentar rabia hacia su hermano, quien tenía lo que él quería, despreciándolo y culpándolo por su situación. 

Algunas personas pueden sentirse incomodas con esta línea de razonamiento, porque pensarán que nunca harían algo así, están felices con su vida, su trabajo, su familia y el ejemplo les da igual. Si las hace sentir mejor, pueden seguir pensando que la envidia “es mejor despertarla que sentirla”, sin que esto suponga alguna diferencia sobre la envidia como sentimiento.

Ahora, hagan el ejercicio mental de pensar en algunas cosas que son realmente importantes para ustedes, hagan un listado y enumeren esas cosas que no tienen, pero desean y piensan que les ayudarían a ser felices, ahora, piensen en una persona que las tienen e imaginen la felicidad que ellos sienten, si sienten como un fuego leve dentro de ustedes, entonces lo más probable es que estén sintiendo envidia. Lo que pasa es que buscamos evitar y ocultar este tipo de sentimientos pues es difícil de aceptar y asumir.

Podríamos concluir diciendo que para experimentar la envidia se debe dar una triada de aspectos, el primero, es el deseo de la felicidad que otras personas experimenta por un bien que posee y yo deseo tener; el segundo, son pensamientos de disconfort frente a la felicidad que le genera a la otra persona el objeto deseado, y finalmente, una sensación de malestar e inconformidad por pensar de esta forma, generando frustración o dolor ante esta situación.

Es común que la envidia evolucione al resentimiento y si este se mantiene a lo largo del tiempo pueda desencadenar en trastorno depresivo, ansiedad y estrés, acompañado con sentimientos de culpa en especial en personas que son conscientes de que sienten envidia y tienen altos niveles de valores morales.

*Por: PhD. Jorge Arturo Martínez Gómez

Director Servicio de Psicología Aplicada SEPA-UPTC

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