Colegio de Boyacá, 200 años de iniciación de Clases

El día 20 de octubre del año 1822 se instaló oficialmente el Colegio de Boyacá en el Convento de San Agustín de Tunja, en la capilla interior del edificio, donde hoy funciona la biblioteca “Alfonso Patiño Rosselli” del Banco de la República, con una solemne función religiosa y un sermón de iniciación de estudios, que pronunció el franciscano Fray Francisco Florido, o Padre de las 3 Efes, quien era párroco de Ramiriquí. Dicho religioso elogió al Gobierno Republicano por su consagración en favor de la educación. Ese mismo día, el asesor encargado de la intendencia de Boyacá Dr. Francisco Soto, informó al vicepresidente de la República General Francisco de Paula Santander el siguiente hecho cumplido: “Excelentísimo. Sr. Hoy se ha logrado la instalación del Colegio de Boyacá en la capital del departamento de este nombre; una solemne función religiosa en la capilla interior del edificio, es la que ha dado principio; y una oración pronunciada por el reverendo padre Fray Francisco Florido, en quien á competencia se muestran el saber, la virtud, la elocuencia y patriotismo, ha sido uno de los objetos que más han exitado la atención del público, y hecho conocer las ventajas de tan laudable establecimiento.”

El Vice-Presidente Santander nombró como su primer Rector al franciscano Fray José Antonio Chaves (1787-1856), natural de Puente Nacional, quien era el guardián y el predicador oficial del Convento de los Franciscanos de Tunja; y el primer director de la Escuela Lancasteriana de Tunja para la educación primaria, la cual funcionaba anexa a dicho convento.

El modelo pedagógico era una educación con un sistema “Monitorial”, por el cual, el maestro enseñaba a los monitores, y éstos a sus alumnos que se dividían en pequeños grupos. La Escuela Lancasteriana, fue dirigida inicialmente por Fray José Antonio Chávez y estaba adscrita al Convento de los Franciscanos. Cuando se creó el Colegio de Boyacá, dicha escuela fue anexada a la institución santanderina, tenía un severo sistema de castigos y premios, que con el tiempo hizo célebre la frase que se le asignó al método Lancasteriano: “La letra con sangre entra y la labor con dolor”.

Se buscaba dar educación a la mayoría de la población con escasos recursos, solucionar los problemas del analfabetismo masivo y la escasez de maestros. El total de alumnos del primer Claustro Santanderino fueron inicialmente noventa, de los cuales 60 niños eran de la escuela lancasteriana y 30 jóvenes de Segunda Enseñanza en el Bachillerato del Colegio de Boyacá. Todos los alumnos del Colegio de Boyacá eran internos, se levantaban a las 6 de la mañana, desayunaban a las 7 a.m., almorzaban a la 1 de la tarde y comían a las 6 y media de la tarde; el horario de estudios en los días ordinarios era: de 8 a 9 de la mañana una hora de estudio colectivo para todos, bajo la vigilancia del Vicerrector; de 9 a 12 de la mañana, los catedráticos dictaban sus respectivas clases, especialmente las teóricas; por la tarde, de 3 a 5 p.m., dictaban las clases prácticas; por la noche de 7 a 8 y media, los estudiantes y profesores escuchaban conferencias, especialmente los días lunes y jueves, o estudiaban en los cuartos; y a las nueve y media de la noche todos debían estar en sus dormitorios, con absoluto silencio. El primer uniforme de los estudiantes del Colegio de Boyacá, era una levita de paño larga hasta la mitad de la pierna; media, calzón y pañuelo negro, sombrero redondo negro con escarapela nacional, y sobre los hombros una beca de paño de color grana. En el pecho se colocaba un escudo de armas de la república y alrededor del escudo el nombre: Colegio de Boyacá. Con este uniforme asistían a la misa todos los domingos y días de fiesta. El color rojo grana fue el escogido para el Colegio de Boyacá; el color amarillo fue seleccionado para los otros colegios santanderinos.

Para llegar a ser Profesor del Colegio de Boyacá se requería hacer un examen de oposición o “Tremenda”, ante un jurado calificador, integrado por el Rector del Colegio de Boyacá y el Asesor de Intendencia; asistían miembros del Ayuntamiento de Tunja y algunos vecinos principales.

En 1824 fue escogido oficialmente San Francisco de Paula, como Santo Patrono del Colegio de Boyacá; este religioso italiano de la Orden de San Francisco, tenía fama de taumaturgo (con poderes para hacer milagros o actos prodigiosos), y se escogió su nombre por el Fundador del Colegio de Boyacá, General Francisco de Paula Santander. El Claustro también ha tenido su devoción a San Pedro Claver, por su estadía en 1614, en el antiguo Convento de los Jesuitas (Sede Central) llamada hoy Francisco de Pula Santander, en el año de probación, antes de su acción misionera con los negros esclavos en Cartagena de Indias.

El gobierno nacional asignó oficialmente el Convento de los Agustinos de Tunja, para el funcionamiento de las actividades académicas y administrativas del Colegio de Boyacá; en dicho lugar se ubicó el cercado de Quimuinza, sede del Cacicato de los Zaques; allí llegó por primera vez el descubridor de Tunja, el Licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada con su hueste hispánica.

Nelly Sol Gómez de Ocampo
Historiadora, ex directora general del Claustro Santanderino

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