
Ya no le bastará a Patriotas ganar los cinco partidos que les quedan para evitar su caída a la B, sino que tendrán que esperar un milagro en el que el Unión Magdalena pierda los partidos que le quedan.
Pues César Guzmán, el presidente del onceno boyacense, se dedica por estos días al pataleo, tratando de conseguir en el escritorio lo que no fue capaz de alcanzar en la cancha: está pidiendo que por el cambio de reglas de este año, no haya descenso, sino que se empiece a aplicar a partir del año entrante y que se juegue un torneo con 22 equipos, es decir dos equipos más que los 20 que juegan este año y así salvar la categoría.
Antes los equipos que ascendían heredaban el promedio de los equipos que descendían, pero se dijo que eso era injusto y que tenía que hacer una campaña casi perfecta para poderse salvar de regresar a la B y lo que se decidió fue que a los que están en la máxima categoría les suman el promedio de los tres últimos torneos y los dividen por el número de partidos, mientras que a los recién ascendidos les evalúan su desempeño desde que ascienden.
Es una medida que se hace más justa y fue aprobada en la asamblea de la Dimayor, por las mayorías y desde luego que no hay posibilidad de que le acepten la reclamación al presidente de Patriotas.
Lo cierto es que a Patriotas el calendario le favorece frente a lo que le espera al Unión Magdalena y Alianza Petrolera. Sin embargo, de acuerdo al rendimiento, lo más posible es que Patriotas desciende. Los hinchas se quejan porque son tres torneos en el puesto 16, 17 y 18 y acusan a Guzmán de incluso haber llegado al extremo de vender jugadores en medio del campeonato.
Habrá que esperar, pero, aunque el campeonato se define a mediados de noviembre, ya a finales de octubre se puede saber si a Patriotas se le hace el milagro en la cancha.