El Capitolio Nacional, 96 años de haber sido inaugurado y más de un siglo de historia

El edificio fue inaugurado el 7 de agosto de 1926 por el presidente de la República Miguel Abadía Méndez en su posesión.

La construcción del Capitolio Nacional se demoró 79 años, de 1847 a 1926. Foto: archivo particular
La construcción del Capitolio Nacional se demoró 79 años, de 1847 a 1926. Foto: archivo particular

El 20 de julio de 1847 se puso la primera piedra del Capitolio Nacional, obra cuya construcción se tardó cerca de 80 años.

Las primeras obras consistieron en la demolición de la Casa de la Real Audiencia, el Tribunal de Cuentas, la cárcel grande y el Palacio Virreinal, edificaciones que se encontraban en el lugar que hoy ocupa el capitolio.

Por solicitud del presidente Tomás Cipriano de Mosquera, el arquitecto danés Thomas Reed hizo el diseño original del capitolio y en su construcción intervinieron diferentes arquitectos.

Según la historia, tanto el contrato para realizar los trabajos de demolición como el encargo para la construcción de los cimientos, terraplén y zócalo se adjudicaron a José María Arrubla.

“Hacia 1850, el entonces presidente José Hilario López aprobó el traspaso de dicho contrato y la terminación de las obras a Juan Manuel Arrubla, cuyos costos superaban por mucho el presupuesto inicial”, señalan los relatos de la época.

El proyecto original del capitolio fue una construcción simétrica, en piedra labrada, ladrillo, cal, arena lavada y agua, con unos cimientos subterráneos y dados para las columnas; un terraplén como base, acueductos subterráneos y canales intermurales.

“De implantación cuadrada y proporciones rectangulares, un primer y segundo alto debían ajustarse en la totalidad del solar designado. En el eje central de la fachada se erigió tanto el acceso principal del cual se desprendían dos cuerpos iguales sobre cada lado del edificio como dos grandes salones para que sesionaran los representantes de las dos cámaras y la residencia del presidente con un acceso privado que daba a una calle secundaria”, indica una reseña histórica.

Una obra interminable hecha entre el siglo XIX y el XX

El capitolio fue llamado por la ciudadanía bogotana el ‘enfermo de piedra’, debido al interminable proceso constructivo generado por un gran número de interrupciones, ocasionadas por los enfrentamientos civiles, la falta de fondos, los incumplimientos en los contratos y los problemas técnicos que se extendieron desde 1850 hasta las primeras décadas del siglo XX.

En la construcción participaron Francisco Olaya, Pietro Cantini y Alberto Tanco Borda, al igual que carpinteros como Emilio Froes y el artista Mario Lambardi.

“Las dificultades presupuestales, los cambios en los planos originales y los criterios de cerca de diez arquitectos que dirigieron la obra, hicieron que su construcción se prolongara durante casi 80 años”, afirman documentos sobre el capitolio.

La edificación fue inaugurada el 7 de agosto de 1926 por el presidente conservador Miguel Abadía Méndez. Foto: archivo particular
La edificación fue inaugurada el 7 de agosto de 1926 por el presidente conservador Miguel Abadía Méndez. Foto: archivo particular

Mientras se construía el edificio, el Congreso de la República funcionó en el Claustro de las Aulas (actual Museo Colonial), una casona cerca al Observatorio Astronómico, las Galerías Arrubla (hoy Alcaldía Mayor) y el convento de Santo Domingo (edificio Murillo Toro).

Luego de varias guerras, diferentes constituciones, muchos alzamientos militares y cerca de 30 jefes de Estado, la edificación ‒terminada en su totalidad‒ fue inaugurada el 7 de agosto de 1926 por el presidente conservador Miguel Abadía Méndez.

Según expertos, su estilo ecléctico reúne influencias arquitectónicas de tipo jónico, neoclásico y renacentista. Para la construcción de sus fachadas, columnas y paredes externas se utilizaron materiales extraídos de canterías cercanas a Bogotá, en especial, piedra rubia.

Diferentes esculturas de concreto se destacan en la parte más alta del Capitolio. Entre ellas están los grifos, cuatro figuras mitológicas ‒mitad león y mitad águila‒ con las cuales se simbolizan la moral, las buenas costumbres, la fuerza y la ley.

También sobresalen el conjunto de copas representativas del triunfo de la democracia y los mascarones o adornos de yeso o piedra que sirven para desaguar los techos.

De igual forma resaltan los vistosos murales, cuadros, vitrales, esculturas y decorados. Tanto en el ala occidental, donde funciona la Cámara de Representantes, como en el sector oriental, en el que está ubicado el Senado de la República, se encuentran obras de artistas de la talla de Alejandro Obregón, Enrique Grau, Ignacio Gómez Jaramillo, Santiago Martínez Delgado, Francisco Antonio Cano, Bernardo Vieco y Ramón Vásquez.

En pasillos, salones, patios y plazoletas se rinde homenaje a personalidades de diversas épocas y tendencias políticas. Entre otros, hay cuadros, estatuas y bustos de los expresidentes Tomás Cipriano de Mosquera, Rafael Núñez, Enrique Olaya y Alfonso López Michelsen. Igualmente, se recuerda a tres personajes que aspiraron a la Presidencia de la República, pero que murieron asesinados sin llegar al solio de Bolívar. Ellos son Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán Sarmiento y Álvaro Gómez Hurtado.

En 1997, mientras se adelantaban tareas de restauración, fueron hallados vestigios de construcciones coloniales. Por esa razón, el área de 20.000 metros cuadrados en la que está erigido el capitolio tiene el carácter de zona arqueológica.

El 11 de agosto de 1975, mediante Decreto 1584, el Capitolio Nacional, la primera gran obra civil construida en Colombia, fue declarado Monumento Nacional.

* Con información del historiador J. Alexander Pinzón R. y otras fuentes históricas.

-Publicidad-