
En la columna de hoy quiero compartirles a los lectores la experiencia vivida en el Festival Internacional de Poesía de Santa Marta, donde se desarrollaron varios conversatorios sobre diferentes géneros literarios, entre ellos, La Poesía, llamando la atención los conceptos expuestos por el poeta de Bélgica, Hubert Antoine, quien está radicado en México hace 16 años. Lo anterior inspiró mi pensamiento en relación con este tema, pensamiento que complemento con algunos de mis versos.
Estoy convencido que la poesía es la voz sin tiempo del espíritu, dibujando los sentimientos y cantando versos nacidos en el dolor, tristeza o alegría. Es la ilusión del niño de siempre, disfrutando el amanecer del día a día, o un viejo navegando en sus recuerdos con el disfraz de una sonrisa, perdido en el ocaso de su vida, esperando el día de la partida.
Poesía es una flor alimentando al colibrí o la hoja que cae como aleteo de mariposa, es el gorjeo del polluelo alimentado por la ternura de la naturaleza, es la fuente cristalina corriendo presurosa entre las piedras, después de calmar su sed con la lluvia, es el viento o la suave brisa acariciando el presente con anuncios de futuro.
La sensibilidad es poesía, está en el dolor y la alegría, es la suave brisa o el huracán atrevido, es nostalgia en lejanía y dulzura en la cercanía. Poesía eres tú, tibia caricia de sol o gotas de lluvia fría.
HOJA EN BLANCO
Parado en el filón de oro
en un mundo invidente,
el ciego reclama a Dios
su orfandad de riqueza.
Mientras tanto un escritor
ansioso y tembloroso,
frente a la virginal hoja,
esgrime el afilado grafito
angustiado e impotente.
Reclamando al Creador
un segundo de fertilidad
en el mundo de las letras.
El Señor de lo eterno
compasivo abre la puerta,
para que el poeta posea
el palpitante cuerpo
en virginal pureza,
con la fuerza de sus versos.
Semillas de sentimientos túrgidas
regadas con anhelos,
cosecha de palabras al vuelo
donde germinó un bello poema.
¡AMIGA POESÍA!
Sentí la voz mensajera de la poesía,
acariciado la piel del alma agónica,
dónde se diluyen los sentidos.
¡Mano amiga extendida!
En la mirada naufragada,
perdida… perdida…
en el horizonte esquivo
cercano a la locura.
¡Oh! Lázaro querido
vuelve al sendero,
cántale a la vida
abrázate a la poesía,
ella será la resurrección
de los espíritus incomprendidos.
¡Oh! poesía esquiva,
lazo salvador
de las voraces fauces,
en espejismos sonrientes
de arenas movedizas.
¡POESIA!
Amor y vida
aliento del camino,
ilusión de un suspiro
colgado en una lágrima,
pendiendo trémula
en el filo lacerante
de una espina.
Dolor y alegría
adios y bienvenida,
sentimientos y poesía,
botones de rosas
un día florecidos,
lluvia de suspiros
en versos convertidos.
AMOR ADOLESCENTE
Ayer, hoy y mañana
en un vuelo sin alas,
sueño eterno… infinito,
donde todo es posible
y nada se puede.
Respirando aromas
de pétalos suspendidos en el cielo,
corriendo en el tiempo sin tiempo
paso a paso en el mismo puesto.
Allí mí alma se estremece,
¡aterida tiembla!
En él frío de tu ausencia,
voy hundido hasta el cuello
en el océano de tus recuerdos.
Ahogándome en mí lecho
siento la caricia de la lluvia
en el más crudo invierno.
Ahí tú voz es silencio y es trueno,
perdiéndose por las cañadas
protuberantes de tu cuerpo,
es un galope incontenible de sentimientos.
Palabras negándose a ser cascadas,
porque los temores las retienen,
entre ilusiones hechas con miedos.
Ahí, voy y vengo,
ahí, vas y vienes.
Ecos de gritos y angustias
llenando los días y las noches,
por los rincones del cerebro
con el mismo sentimiento,
en el aire que respiras
o en el agua que acaricia tú cuerpo.
Ahí va el viento pleno de besos,
caricias febriles, cercanas a la demencia,
germinando anidadas en un velo sutil,
entre suspiros agónicos,
así vuelan y nunca vuelven,
perdiéndose en las profundidades,
de un torbellino de pasiones.
Hijas de noches sin amaneceres
igual a tenerte y no tenerte,
como el agua se va por entre los dedos,
llevándose diluidos mis sueños,
entonces quedo hastiado de recuerdos.
*Por: Fabio José Saavedra Corredor
Miembro Academia Boyacense de la Lengua.