La meta es el camino: Mi Viaje por el Colegio de Boyacá

“Usó el método de enseñar caminando, mostrando el camino.  No su camino, el camino de uno mismo, de cada uno.  Una vez encontrado el camino había que abandonarlo y seguir solos, ése era el examen, la prueba final.  Si uno era capaz de continuar sin él el viaje de las presencias el maestro concedía a su discípulo el título de Caminante, única meta a la que se podía aspirar en su escuelita andariega.”

Gonzalo Arango. “La meta es el camino”. Periódico El tiempo, 11 de septiembre de 1988

La vida de todo hombre consta de un viaje, un viaje que se configura en la construcción y el encuentro de uno mismo, pero realmente no importa la meta o el final del viaje, lo que tiene mayor relevancia es el mismo camino, lo que se va forjando a diario, lo que se fragua con alegrías, esperanzas, ilusiones, tristezas, etc. Para ello, la vida en el colegio es la mayor insignia de cualquier viaje… ¿Quién no recuerda el colegio si es lo más relevante de la vida misma?

De los mejores viajes que he realizado, sin lugar a dudas, fue el paso por el glorioso Colegio de Boyacá. El resultado de lo que soy se enmarca en el trayecto que ejecuté desde la Cabañita (con los cuidados y enseñanzas de mi amada profesora Rosita Soler) pasando por la San Agustín (con las instrucciones y disciplina de mi padrino, el profesor Gustavo Zuluaga) y culminando en la Sección Central (donde, debo decir, llegué a manos de mi amada profesora de Filosofía, Piedad Fuentes).Obviamente, no alcanzan las hojas y las líneas para citar a cada profesor que me vio crecer y me formó; y debo decir con convicción que me formaron, porque antes de preocuparse por contenidos de aritmética, español o sociales como, si fuera una grabadora andante o una enciclopedia Larouse, lo que más les preocupaba era la educación (en todo el sentido amplio de la palabra) del niño y el joven que estaban moldeando para que tuviera los máximos valores que llegaran a cambiar la realidad de una región y un país que se ve enmarcado por la desigualdad y la miseria humana.

A mis profesores los recuerdo con mucho fervor, máxime cuando no era un alumno ejemplar; era la persona que visitaba constantemente la coordinación por cada “rollo” en el que “metía la pata” y, sin embargo, la mano cariñosa pero disciplinada del cuerpo docente siempre vio en mí la expectativa de un cambio. Hoy, con todo orgullo, además de mis títulos que lo demuestran, debo agradecerles. Soy la persona que soy por mi camino en el glorioso Colegio de Boyacá. Aunado a lo anterior, debo recordar que el Colegio para ese momento estaba en los estándares más altos de calidad académica según el Ministerio de EducaciónNacional, lo que se veía reflejado en cada uno de los profesores del colegio que daban su cien por ciento por el alma mater.

Así las cosas, quisiera conmemorar algunos momentos y lugares que se mantienen vivos en mis recuerdos, además de agradecer a todas y cada unade las personas que fueron impulsadores en este viaje: Recuerdo con amor cada rincón de sus diferentes seccionales, a mis amigos y compañeros que también hicieron su contribución en el proceso formativo del que escribe estas líneas; los recreos,los libros de Jairo Aníbal Niño, Gabriel García Márquez y Fernando Soto Aparicio que eran de obligatoria lectura; el árbol que planté en la cabañita y que al día de hoy se mantiene vivo en las franjas de esta seccional; mis trayectos a pie por la carrilera desde casa en Fuente Higueras para llegar a la Sección Londoño; los inolvidables décimo y onceavo años en la sección central, eso sí con cada travesuray éxito académico; recuerdo también con dolor que cuando terminé mis estudios y me gradué el Colegio me quedó debiendo mi diploma de estudiante que inició en la cabañita hasta la sección central; las izadas de bandera del bien llamado “día de la alegría” el 31 de octubre, donde por coincidencia la portábamos los que más recochábamos. En fin, no podre señalar todas las remembranzas de un viaje de 12 años en mi casa, en mi amado Colegio de Boyacá.

Para culminar debo hacer una advertencia. Espero me sepan comprender; no soy fan del General Francisco de Paula Santander. Considero (gracias al estudio de su vida, que por largo tiempo he venido trabajando) que cometió diversos errores; empero, si hay algo que debo resaltar, agradecer y aplaudir a este prócer, es el anhelo de construir un país con miras a la educación. Fue por él que se vislumbraronen Colombia los primeros cimientos de la educacióncomo reflejo para las otras culturas latinoamericanas. El Colegio de Boyacá fue el primer colegio público de Colombia y hoy celebramos sus 200 años de existencia, con él continuaron el legado de construir un mejor país otros colegios santanderinos en Medellín, Ibagué, Cali, Pamplona, entre otros.

Enhorabuena por mi amado Colegio, felices 200 años a la casa que me vio crecer, que me formó como persona y como profesional académico. 

Cristian David Ibarra Sánchez Roma, 2 de febrero de 2022 Exalumno Colegio de Boyacá

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