Las 15 primaveras de una estrella llamada Sofía

Se llama Sofía Fonseca Ortiz y hace 15 años llegó al mundo concebida por sus padres Fredy Fonseca y Lupe Ortiz, un hogar donde los sonajeros se construyeron con el material rollizo de los bambucos y las semillas de sonoros pasillos, guabinas y torbellinos. 

Como una estrella, Sofía brilla con luz propia en los escenarios del país. Fotografía - Archivo particular
Como una estrella, Sofía brilla con luz propia en los escenarios del país. Fotografía – Archivo particular

Sofía empezó a balbucear los aires de la tierra antes de haber pronunciado la palabra Mamá y en sus párvulos movimientos semejó el vaivén de la síncopa, esa misma que la ha llevado lejos en la interpretación del cancionero colombiano. 

Dicen que “lo que se hereda no se hurta” y ese adagio llega como anillo al dedo en el caso de Sofía, porque su padre ha sido un destacado guitarrista, hijo de la estirpe misma de los «Alegres del Campo», una agrupación creada por el abuelo de Sofía donde se destacaba un pequeño que apenas asomaba la cabeza y el sombrero por encima del aro de la guitarra en la interpretación de obras creadas por don Diocelino, con esa picardía propia del coplerio montañero donde el pequeño le atinaba a los bajos con tal exactitud que parecía ejecutado por todo un experto.  

Lupe Ortiz, por su parte, es una consagrada pedagoga, dedicada a la enseñanza de la música y a la técnica vocal, destreza que aprendió en su carrera universitaria donde un día tropezó con el que hoy es compañero y cómplice de una fascinante aventura llamada “Arena y Mar”. 

Sofía dio muestras de su habilidad para la interpretación vocal, en tanto que sus pasos empezaban a recorrer los senderos de la identidad y por eso a los tres años hizo su aparición en los escenarios interpretando un pasillo que, según ella, le atraía mucho por sus sonoridades. Hay que recordar que la escogencia de los repertorios no tuvo influencia alguna en Sofia porque desde los inicios y hasta ahora ella y su hermana deciden qué cantan y qué interpretan según sus gustos y preferencias.  

Esta es la familia de Sofía con quienes comparte días y noches de música, versos, sueños y oraciones. Fotografía - Archivo particular
Esta es la familia de Sofía con quienes comparte días y noches de música, versos, sueños y oraciones. Fotografía – Archivo particular

No tardaron los aplausos y los reconocimientos para esta pequeña que parecía como arrancada de un cuento de hadas y más por los atuendos de tul que con denodado cariño confeccionaba y tejía para ella su abuela.  

Un ángel hecho carne, un manantial de luz desgranado en su sonrisa, una dulce mensajera del amor y un talento especial de esos que solo pudo emular su hermana Juliana cuando llegó en similares condiciones para conformar una dupla inseparable, como se describe en cada estrofa de una creación llamada “Arena y Mar” hecha para ellas.

Pero nada de esto hubiera sucedido si no se propiciaran tantos momentos de nacionalismo al interior de la hoguera maternal. Nada sería posible si los bambucos, valses y guabinas no tuvieran nido en los arrullos enternecedores de ese primer instante, cuando el lienzo en blanco de Sofía empezó a coleccionar las pinceladas que, para fortuna del folclor, traían consigo los colores de la esperanza y el amarillo, azul y rojo que hoy inspira sus sueños, sus tempranas luchas y su raudo andar por los senderos del ancestro. 

Sofía es una estudiosa, consagrada y disciplinada estudiante de la Escuela de Música de Tunja y allí comparte con su hermana y las niñas de su edad, las orientaciones de sus maestros que la hacen cada vez más grande, porque para Sofía no hay límites y menos si se trata de investigar, descubrir y atesorar conocimientos con los que logró recientemente convertirse en “la mejor bandolista del país”, declarada así por parte del exigente jurado de la edición 48 del Festival Mono Núñez, quien le otorgo este galardón como integrante del Colectivo Benigno Núñez de la Escuela de Música de Tunja. 

Sofía, junto a su hermana Juliana, su fórmula inseparable y el lutier Pablo Hernán Rueda en el momento que las dos recibían los premios en el pasado Festival Mono Núñez a la mejor bandolista y el mejor tiple acompañante como integrantes del Convite Benigno Núñez de la Escuela de Música de Tunja en el certamen rector de la música andina de Colombia.
Sofía, junto a su hermana Juliana, su fórmula inseparable y el lutier Pablo Hernán Rueda en el momento que las dos recibían los premios en el pasado Festival Mono Núñez a la mejor bandolista y el mejor tiple acompañante como integrantes del Convite Benigno Núñez de la Escuela de Música de Tunja en el certamen rector de la música andina de Colombia.

Tamaña responsabilidad que hoy tiene en sus hombros, pero sabemos que para ella este triunfo es sencillamente un escalón más de la larga escalera que sin dudas la seguirá conduciendo al éxito y a ese espacio azul donde se pueden acariciar las estrellas. 

15 años celebra hoy esta perspicaz intérprete y quienes tenemos el privilegio de disfrutar de su carisma y su presencia, solo podemos dedicar los versos que para ella son su mayor tesoro y el legado cierto de su existencia. 

» Déjame brindar por tus quince años

Déjame abrazar, tu felicidad 

Déjame contarte, 

que hoy estuve hablando con tus muñecos 

Y están muy tristes porque tú te vas»… 

Te vas de niña, te vas jugando a ser mujer…

Por José Ricardo Bautista Pamplona 
Periodista y Cantautor 

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