Orgulloso de hacer parte de la historia del Colboy 200 años

“Sigan, sigan que le voy a cerrar, están llegando tarde…” así animaba a los estudiantes cuando llegaban sobre el tiempo al colegio de Boyacá, mientras me desempeñaba como portero.

Quise hacer un alto en mis actividades diarias para compartir mi experiencia como funcionario del área administrativa del Colegio de Boyacá, que por más de 24 años me ha concedido el honor de servirle. Tenia 38 años de edad cuando creyeron en mí, y me dieron la oportunidad de pertenecer a la institución, sin un título, pero con las ganas de progresar, fui vinculado como auxiliar de servicios generales, cargo que hasta hoy desempeño con esfuerzo, responsabilidad, dedicación y cariño.

Vivo agradecido con las personas que han hecho parte de mi historia por las diferentes secciones del colegio como: directivos, administrativos, coordinadores, docentes, alumnos, exalumnos y compañeros de labor, que siempre me han brindado su amistad y compañerismo, exaltando mis labores y funciones cuando me dicen “Eliecer… ¡Qué bien le quedo su trabajo! ¡Excelente desempeño!, lo que hace muy feliz y me anima para seguir adelante, haciendo parte de la historia del Colegio de Boyacá.

Soy consciente que he pasado penumbras, que ha sido necesario esforzarme, también he podido descansar, pero el esfuerzo no ha sido en vano pues he mantenido una estabilidad económica, me he forjado como persona, como padre de familia, compañero, hermano y amigo. Como servidor del Claustro Santanderino, he atesorado recuerdos gratos, comenzando cuando tomé por primera vez la escoba y el recogedor y me dieron la primera orden que cumplí con honor y humildad. Para mi es trabajo honroso: lavar baños, barrer patios, asear salones, ser jardinero, encargarme de la portería, la vigilancia en las noches y otras labores que me hacen ser persona útil a la sociedad.

En el Colegio de Boyacá, que sigo considerando mi segundo hogar, he visto ir y venir personas que han hecho parte de mi diario vivir, unas que partieron a la eternidad, que siempre vivirán en mis recuerdos, alumnos ahora exalumnos, que ocuparon su espacio en el colegio y hoy son grandes profesionales de todas las ramas del saber, como docentes, abogados, médicos, ingenieros, políticos y muchas mas profesiones, que como alumnos me pedían y rogaban que los dejara entrar cuando llegaban tarde al colegio.

Reconozco que todo no ha sido color de rosa, también he debido afrontar dificultades, problemas de diferente índole, tristezas, decepciones, pero al final debo reconocer que he tenido buenos compañeros, a los que respeto y admiro porque me han extendido su mano en las buenas y en las malas, y de los cuales recibí una palabra de aliento y muestras de compañerismo en tiempos de cruda pandemia, cuando me sentí morir por covid19, que me prostro en un hospital por más de 25 días. Hoy doy gracias a ellos y a todos que estuvieron atentos en esta dura situación, que me hizo reflexionar y confirmar que cada día es una oportunidad, la que estoy compartiendo en este pequeño relato de mis vivencias en el Colegio de Boyacá.

Como creyente, doy gracias a Dios por la oportunidad que me sigue dando de vivir y continuar siendo de la familia Colboy, aportando un granito de arena a la historia del primer claustro santanderino de Colombia, el Colegio de Boyacá, que orgulloso celebra doscientos años de historia.

Gracias, muchas gracias mi Colboy del alma.

Eliecer Barrera Rondón

Auxiliar de servicios generales Colboy

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