El lugar de la información en la construcción de la política

Cualquier gobierno preferirá y será condescendiente con aquellos medios de comunicación que hagan eco de sus éxitos y halaguen sus acciones, pero siempre verá con malos ojos a aquellos que se dediquen hacer públicos los errores, falencias o crímenes que cometa.

Siempre preferirá que lo adulen no que lo cuestionen. Una actitud tanto de gobiernos que se consideran democráticos como de aquellos llamados totalitarios.

Sin embargo, existen unos consensos internacionales a los cuales los Estados se acogen libremente y esto los compromete a respetar estos acuerdos entre los que se incluyen las garantías para la libertad de expresión: información y opinión. Por tanto, aunque prefieran a unos medios sobre otros, deben asegurar que todos puedan ejercer su labor informativa en libertad.

De la misma forma que los Estados se comprometen con el derecho humano a la libertad de expresión, los medios y la ciudadanía son co-responsables de ese compromiso y protección de ese derecho. El ejercicio de informar bajo un esquema crítico, de investigación y pluralidad de posturas, requiere también de una ciudadanía que esté interesada en recibir este tipo de información, pero si el público lo que espera son datos ligeros y amañados entonces será trabajo tirado al vacío.

Cuando la información no es útil para reaccionar políticamente frente a los hechos que indignan, o para definirse ideológicamente frente al establecimiento o frente a las propuestas de quienes están en una contienda política, hay que preguntarse ¿cuáles son las deficiencias del esquema informativo?, ¿qué fallas hay en la formación política?

Para el establecimiento son importantes los grandes medios de comunicación en los cuales pautan y participan, medios que pertenecen a grupos económicos que, en la mayoría de los casos, están detrás, o al lado, de quienes detentan el poder. Entonces ¿qué pasa con la variedad de medios locales, alternativos y con los ciudadanos conscientes de su derecho a informar y ser informados? ¿La proliferación de medios de comunicación que las nuevas tecnologías han permitido no fortalecen la democracia? ¿Acaso estos no fortalecen la transparencia del ejercicio del poder político?

Los próximos cuatro años significan un gran reto para la libertad de expresión en Colombia. Los medios y los políticos deben responder a las necesidades informativas de una sociedad cada vez más inconforme y en busca de cambio, como lo ha demostrado en las protestas sociales, en los resultados electorales y en sus expresiones por redes.  Al tiempo los medios deben retomar propósitos como el de ayudar a construir ciudadanías, ser confiables, independientes, exigir responsabilidad y ser críticos del poder.

Como ciudadanos y consumidores nos corresponde ser críticos del poder, pero también ser críticos del menú de información que consumimos de los medios. Una ciudadanía crítica, formada, fortalecida, dinámica y participativa es un ideal al que aspiramos y del que todos salen beneficiados.

El Estado, los gobiernos, los funcionarios, la sociedad, deben prevenir ese narcisismo político que desconoce la comunicación como un bien público, un derecho; que ignora la diversidad y la pluralidad de visiones del mundo, de verdades, de creencias.

* Por: Fabiola León Posada

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