
Es común que una de las críticas que se hagan al sistema educativo colombiano es la falta de preparación para el desarrollo de habilidades investigativas, dentro de las cuales se puede contar el pensamiento crítico, el análisis de información, el diseño de experimentos y, por supuesto, el desarrollo de estructuras cognitivas para pensar científicamente.
La incorporación de prácticas investigativas en los procesos de enseñanza-aprendizaje-evaluación puede ayudar al involucramiento de los estudiantes en la solución de problemas en sus entornos cercanos; lo cual se puede asociar con metodologías como el aprendizaje basado en retos o problemas, así como la formación por proyectos.
El conocimiento científico no es neutro; los intereses y las relaciones de poder determinan lo que se discrimina como conocimiento relevante para una comunidad en un determinado momento histórico. Esta es una de las razones por las que las fuentes de financiación de las investigaciones son un tema relevante en países como el nuestro.
También podemos afirmar que el conocimiento científico no es democrático; el hecho de que una mayoría crea que la tierra es plana no hace que deje de ser redonda. Lo que sí debería tener un espíritu democrático es el acceso a la educación y a la experimentación científica para acceder al conocimiento.
Uno de los mitos alrededor de la investigación es que sólo las personas con alta formación académica o un alto coeficiente intelectual puede investigar; aunque si es cierto que en la medida que el nivel académico es más alto se espera que se refinen habilidades investigativas, realmente se puede adelantar investigaciones desde cualquier escenario o nivel educativo.
La investigación puede servir para abrir los escenarios educativos institucionales a la realidad del entorno, llevando a los estudiantes a experimentar en escenarios complejos y trayendo el conocimiento al interior del aula.
Incluso en ámbitos familiares se puede adelantar esfuerzos para promover un pensamiento crítico despertando una mirada científica de los fenómenos cotidianos: analizando las causas históricas y espaciales de los conflictos, cuestionando los criterios de selección de una muestra para una encuesta, develando la estructura lógica en un argumento que se dibuja como un axioma siendo realmente una falacia, entre tantas otras opciones.