Tras la crisis financiera global del 2008, las economías emergentes se beneficiaron de una fuerte entrada de capitales.
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Con información de la Agencia EFE
El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) instó este martes a las economías emergentes a afrontar los problemas por su elevada deuda externa en moneda extranjera, sobre todo en dólares.
El FSB publicó este martes un informe realizado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el que analiza el endeudamiento en dólares en las economías emergentes y propone medidas para reducir los problemas económicos que pueden surgir de la financiación externa y la financiación no bancaria, la llamada banca en la sombra.
Tras la crisis financiera global del 2008, las economías emergentes se beneficiaron de una fuerte entrada de capitales.
Los diez años anteriores a la pandemia de la COVID-19, una abundante liquidez en todo el mundo junto con los bajos tipos de interés en las economías avanzadas y la búsqueda de beneficios de los inversores impulsaron la entrada de capital en las emergentes.
El endeudamiento externo de las economías emergentes creció de 3,3 billones de dólares (25 % del PIB) a finales del 2010 a 5,6 billones (30 % del PIB) a finales del 2019, según cifras del informe.
Más del 80 % de esta deuda estaba denominada en moneda extranjera, principalmente en dólares.
La deuda externa era más elevada en Latinoamérica y Europa, Oriente Medio y África, del 35 % del PIB en el 2019, que en Asia (excluida China), del 25 % del PIB.
La deuda externa de China era de solo el 10 % del PIB, según el informe del FSB y el FMI.
«Las instituciones financieras no bancarias tuvieron una importancia cada vez mayor en la financiación de la deuda externa de las economías de mercado emergentes», según el FSB, cuya sede está en la ciudad suiza de Basilea.
Los fondos de inversión prestaron parte de esta financiación y sus activos se triplicaron en la década tras la crisis financiera global.
Pero estos fondos de inversión son más susceptibles a las condiciones financieras globales y por ello se dan salidas de capital cuando esas condiciones cambian.
La pandemia de la COVID-19 desencadenó un severo impacto en los mercados financieros globales y una caída muy grande de los precios de los activos de mercados emergentes en marzo del 2020, en algunos casos comparables con los de la crisis financiera.
Las ventas de los inversores extranjeros dieron como resultado salidas de capital a gran escala y contribuyeron a la depreciación de las monedas locales.
Las salidas de capital son muy diferentes según los países y son mayores en los Estados con una deuda externa en moneda extranjera más elevada en relación a sus reservas.
Muchos fondos vendieron activos de las emergentes, sobre todo los que tenían activos menos líquidos.
Algunos países perdieron su calificación de grado de inversión en el primer semestre del 2020, lo que añadió más presión.
El FSB, institución de supervisión financiera que se creó tras la crisis financiera global, recomienda a las empresas en las economías emergentes limitar el desequilibrio en moneda extranjera.
También considera que esos países deben desarrollar mercados de cobertura de divisas a niveles nacionales y regionales para gestionar los riesgos de divisas y profundizar los mercados de deuda en moneda local.