Perdón . . . – Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez #Columnista7días

De antemano solicitar su perdón por algunos pregones que no les satisfacen, porque el de hoy a lo mejor no cuadre en sus cuentas, porque en sus entrañas crean que es por salir del paso o echar limón en la herida, señalar a algún aspirante, enviar mensaje subliminal o tratar de justificar una serie de situaciones que se han venido detonando por abrir la boca, hablar por hablar o en el trasfondo un entramado de señalamientos, descalificaciones o posibles acciones en eventual momento, erradicando la corrupción y sin triquiñuelas para hacerse al favor ciudadano.

No basta con dejar atrás las estigmatizaciones, rencores, envidias, amarguras, venganzas y hasta dolores con sangre. Hay que ser superiores para no ser los que impartimos el perdón sino los que recibimos sus bondades y auras, ofrecemos las disculpas debidas, pero de corazón. Pero lo valioso es que no queden estelas, dudas, tufillos o degeneren en consecuencias graves para el entorno, sociedad y el Estado, mucho ojo porque en plena campañas están haciendo eco a futuras medidas.

Se pueden dar de la noche a la mañana, teniendo en cuenta a los actores de una ofensa, delito, reformas acomodadas, masacres y hasta ideólogos de reformar o crear jurisdicciones para males como el narcotráfico -que tanto dolor y muerte nos ha dejado- y hasta cambiar modelos que luego no admitirían perdón, en lo regional y mucho menos en la geopolítica, que todo lo rige.

Desde niños aprendemos -si es que nos lo inculcan con pedagogía- que existe el perdón, que debemos reconocer cuando actuamos “mal” -en el entorno social y en justicia- o nos hacen “daño” con las actuaciones individuales o colectivas y es allí donde con acuerdos (sometidos a tragarnos sapos gigantes y con sus aristas), leyes, normas, sitios de reclusión y trasgrediendo muchas de las normas que se imponen “para los de ruana” y que los de “cuello blanco” aplican a su acomodo, lo que no puede seguir siendo así y solo se revive con escándalos, robos, pactos, mensajes o campañas para tratar de ganar adeptos y se vuelve la rueda suelta que todo toca, daña y marca.

Se escuchan muchas propuestas, algunas sueltas y sin contexto, o con catalejos muy suspicaces, con “jugaditas” y hay que hacer muchos esfuerzos para que mediante soluciones se puedan tomar medidas económicas, políticas, sociales, ser parte del mercado mundial, generar riqueza, equidad, oportunidades y empleo, que son lo que no admiten perdón -de nadie- que sigan siendo los caballitos de batalla para que ellos si queden absueltos, bendecidos o santificados y seguir actuando a sus anchas, perdiendo el valor de la palabra -empeñada- y jugando con las generaciones.

Hacer actos de contrición -reales- pueden trascender en estrategas y aduladores, como golpes de opinión, que no les importa que sean buenos, malos, tendencias o generen desespero en opositores. Tratar de tomar el toro por los cuernos no significa medidas desesperadas, anuncios populistas, seguir peleando por colores o letras, y mucho menos entre congéneres, sino perdonarnos si seguimos así. Si dentro de 2,3 o 4 años salimos a dañarnos entre nosotros, apagar y YA.

Busquemos fórmulas que nos den confianza en quienes llegarán a dirigirnos, a administrar lo público, a no mentir y si cumplir las soluciones para seguir en el campo, pudiendo comprar los alimentos -que producimos en nuestra tierra-, no satanizarnos y sí integrarnos alrededor de lo que se logre con perdones (no olvidar que hay que hacer confesiones-verdad) y no jugar con trabalenguas, hacer entrampamientos, contra o en los medios de comunicación… con su perdón.

«Jamás se descubriría nada si nos considerásemos satisfechos con las cosas descubiertas». Séneca.

Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez.  @ricardocipago