Abracemos la polarización – Carlos David Martínez Ramírez #Columnista7días

Algunas personas manifiestan con preocupación que el país está polarizado, mientras otros sugieren que esto realmente es algo bueno, en la medida que se genera una suerte de decantación política, posiblemente muy necesaria en un país donde gobernar es entendido por muchos como repartir una torta o esparcir mermelada. 

La democracia debería permitir representaciones de poblaciones diversas y es lógico pensar que entre éstas existan diferentes intereses, por lo tanto, conflictos y tensiones, y, claramente, pensamientos diferentes. No es posible que todos piensen igual, y si experimentáramos algo así no tendríamos una democracia sino una tiranía donde es silenciada la diferencia. 

La próxima vez que alguien manifieste preocupación por la polarización en el país pregúntele(se) si lo que existe es un interés por uniformar las ideas o un desdén por el que piensa diferente. 

Lo realmente problemático no es la polarización sino la pobreza argumentativa en los “debates” sobre temas políticos, en la población en general, aunque debería ser más preocupante la falta de argumentos en los aspirantes a cargos de elección popular, pero eso es otro tema. 

En la cotidianidad de muchas personas en Colombia, es bastante común que se discuta hoy en términos de señalamientos sobre unos por su pasado en la guerrilla y de señalamientos de nexos con paramilitares y/o narcos sobre otros, o por vínculos con maquinarias, pero parece que se discute muy poco sobre las propuestas reales de los candidatos. 

Los científicos sociales suelen afirmar que se discute lo que el poder quiere que se discuta, posiblemente cambiar la agenda o el orden de los discursos no sea una tarea tan fácil, pero es algo que no debe limitarse a los intelectuales, la ciudadanía en general debe hacer esfuerzos para cuestionarse y pensar sobre lo que más le conviene y no distraerse con la aspersión de odios o miedos. 

Es común que se den cambios en los espectros políticos entre una elección y otra, lo importante es que se haga por vías democráticas; si vemos hacia Estados Unidos es común que después de uno o dos gobiernos de republicanos siga uno demócrata, por elección popular, y así en la otra dirección, lo que está mal es que los miembros de los partidos se pongan de acuerdo para repartirse la torta, como ocurrió en el Frente Nacional en nuestro país. 

Recientemente escuché en la radio una senadora del partido de gobierno diciendo que dicho partido no fue tratado como tal porque se gobernó con personas de diferentes tendencias, y me sentí en la década de 1950 escuchando conservadores inconformes porque dentro del gobierno había algunos liberales. 

Ojalá que la polarización que experimentamos hoy sirva para el cultivo de una nueva ciudadanía que no tema hablar de temas políticos y que paulatinamente se empiece a cambiar las formas de hacer la política para que no se confunda el debatir con atacar a otros, ni el gobernar con repartir recursos para unas minorías que apoyaron una candidatura. 

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