Existe un fuerte vínculo científico entre los bosques y la salud humana

En el Día Internacional de los Bosques, la evidencia muestra una serie de beneficios vinculados a ellos y sus contribuciones a la salud pública.

Los bosques son esenciales para la seguridad alimentaria local y mundial. Foto: Luis Barreto/WWF

A dos años de la propagación de la actual pandemia, el 10 de marzo el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) publicó ‘La vitalidad de los bosques’, un nuevo informe que sintetiza una gran cantidad de información que documenta cómo la salud humana depende de ellos.

Hoy, 21 de marzo,  en el Día Internacional de los Bosques, le presentamos algunos detalles de este informe del WWF.

Este es uno de los primeros informes que detalla el incremento en los riesgos para la salud humana asociados con la pérdida y degradación de los bosques, incluida la aparición de enfermedades infecciosas zoonóticas.

Los hallazgos aportan sólida evidencia de que la conservación, protección y restauración de los bosques alrededor del mundo son innegablemente fundamentales para salvaguardar y promover la salud humana.

“Los bosques brindan beneficios críticos a las personas, la naturaleza y el clima”, indicó Kerry Cesareo, vicepresidenta de bosques de WWF.

Indicó que,  proporcionan hábitat para la vida silvestre, capturan y almacenan carbono y protegen las fuentes de agua.

«Este informe esboza otra razón de peso para salvaguardar los bosques: son indispensables para la salud humana. Podemos utilizar estos hallazgos para trazar una ruta de colaboración entre el sector salud y el sector ambiental a fin de ayudar a resolver problemas de salud pública que van desde enfermedades infecciosas emergentes hasta la salud mental”, dijo.

El informe señala que los bosques juegan un papel vital en la salud humana en términos de enfermedades infecciosas; en enfermedades no transmisibles como el cáncer, la diabetes y los problemas de salud mental; en la nutrición y seguridad alimentaria, y en riesgos físicos.

Por ejemplo, los autores detallan cómo la deforestación impulsa el surgimiento y propagación de patógenos zoonóticos, responsables de enfermedades infecciosas que pasan de los animales a las personas.

Este tipo de patógenos son responsables de la mayoría de las epidemias recientes, incluyendo el COVID-19, el virus del Zika, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), el síndrome respiratorio agudo repentino (SARS), la gripe H1N1 y el virus de Ébola.

Al reducir y fragmentar los bosques, indica el informe, la deforestación conlleva a más oportunidades para que las enfermedades que los animales aportan se transmitan hacia los seres humanos.

El informe también resalta el papel activo que desempeñan los bosques en salvaguardar la salud humana. La exposición a los bosques reduce los riesgos de enfermedades cardiovasculares y las hormonas que causan el estrés.

Los bosques son esenciales para la seguridad alimentaria local y mundial; ayudan a reducir los efectos de eventos naturales como olas de calor, inundaciones y deslizamientos de tierra, y contribuyen a limpiar el aire y el agua contaminados. Además, los bosques ayudan a mitigar el cambio climático y sus efectos en la salud humana.

“Descubrimos que la salud pública y los bosques están entrelazados, a nivel local, regional y mundial, y que, a través de cada una de las contribuciones de la naturaleza a la salud humana, la conservación, protección y manejo de los bosques pueden mejorar nuestras vidas”, manifestó Craig Beatty, gerente de estrategia forestal e investigación en WWF y uno de los principales autores del informe.

“Cuando consideramos los desafíos de salud pública que enfrentamos en nuestras comunidades, condados y países, debemos examinar las implicaciones a la salud humana derivadas de la forma en que estamos tratando a nuestros bosques y cómo los bosques nos están tratando a nosotros”, afirmó.

Con esto en mente, el informe presenta un marco para comprender el valor de los bosques para la salud pública y describe numerosas acciones para salvaguardar la vitalidad de los bosques y promover el bienestar humano a largo plazo.

Algunas de las recomendaciones incluyen proteger los bosques y evitar la conversión forestal; mejorar el manejo forestal en las tierras de trabajo; adoptar un enfoque diversificado para la restauración forestal; crear bosques urbanos, y fomentar un intercambio de aprendizaje entre las áreas de la conservación y la salud.

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