Región Fronteriza – Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez #Columnista7días

Columna Ricardo Cipagauta 100

Por costumbre, descuido o rutina nos pasamos o transitamos por entre nuestras 123 maravillas naturales de Boyacá, por los 1.122 municipios de Colombia, y así sucede por el mundo y es con tal seguridad que lo hacemos, con documento de identidad y carnet de vacunación en mano, un pasaporte y unos dólares, que muchas veces no escudriñamos el contexto, entorno y geopolítica de los puntos de partida o llegada y es que en cualquier momento estamos en “guerra…”

Se predica que el hombre se inventó las fronteras, esas que son las más antiguas por allá en España, pero cuando se ponen condiciones para pasar por sus franjas es cuando nos alertamos del porqué es que se ubican las armas -preciso ahí- para llegar a tomarse las capitales o ciudades principales y con el absurdo que, acabando vidas humanas, viviendas, patrimonios y edificios públicos es el gran logro que en su ambición expansionista y de ser ungidos venden las mismas mentiras aquí y allá.

No ridiculicemos el preocuparnos por lo que pasa en la vecindad, en la cuadra, en los barrios, en los extramuros y hasta a unos 10.748 kilómetros pues los coletazos económicos, ambientales, sociales y las secuelas son las que nos deben poner a pensar si de verdad nos preparamos para reaccionar -en positivo- por lo que pueda llegar a suceder. No en las elecciones del 13, 29 o 19… es en el ya que nos atafaga, que aprieta, pero no ahoga.

Las voces de los expertos ayudan a guiarnos y definir el camino. Pero resuena más la de la conciencia sobre lo que de verdad es posible, real, tangible y no a punta de espumas o el humo que elevan personajes maléficos que llegan a “representar” a sus sectores o gremios, pero que en últimas buscan su satisfacción e intereses personales y hasta son el palo para que las ruedas se frenen, de quienes propenden por el bien general –a sabiendas que no se miran colores o potenciando a quienes saben sacarle provecho a las oportunidades- y siguen orondos, se hacen elegir y hasta buscan imponerse en cargos de dignidad, que se deben ganar sin presiones o poniendo condiciones, para que la confianza vuelva a ser esa carta con la que se ganan las partidas de largo aliento.

Que se mueven las cifras de desempleo, que si sube o baja el dólar, que hablan de inflación, que para asegurar la vejez hacer buenas inversiones, que ante todo la salud y que todo vale, pueden ser las voces o cuchicheos pero que se deben fortalecer con el voz a voz y convertirlos en las bondades de una sociedad, que a pesar de las fronteras, sabemos que nos protegemos por todos, para todos.

Pasan las horas y la tensión mundial golpea en silencio, aparecen expresiones de solidaridad y sentimientos de acompañamiento. Caen unas lágrimas y sufrimos con los rostros de niños y adultos… y eso sucede en nuestras entrañas y es cuando las apropiamos y nos condolemos. Ahí se borran las absurdas disposiciones para tener “fronteras” que si deben existir pero para protegernos.

Y es que en esa región fronteriza que hoy está en boca y ojos, sentidos, de todos nos hace acto reflejo en la familia, en los grupos sociales y de aplicaciones de mensajería instantánea. Que se lleguen a acuerdos cuando se han hecho invasiones, un absurdo, del siglo 21, y que nos pone a prueba. Puede ser con oraciones o frases, pero el mundo no nos fue entregado para guerras, so pretexto de ser “líderes”. Accionemos las armas de la palabra y que salgan resultados vigorosos.   

«El cielo estaba tan estrellado, tan luminoso, que mirándolo no podía uno menos de preguntarse: ¿pero es posible que bajo un cielo como éste pueda vivir tanta gente violenta y caprichosa?»

Fiódor Dostoievski

-Publicidad-