La inflación ha llamado tanto la atención de la ciudadanía que hay movimientos sociales invitando a marchar en protesta frente a la situación económica actual.
Si bien la pertinencia de las protestas se ha puesto en duda por estar tan cerca las elecciones, lo que es una realidad es que el poder adquisitivo de los colombianos se ha visto muy limitado por la devaluación del peso frente al dólar y por la inflación que se ha experimentado, especialmente en el precio de los alimentos.
De cualquier manera, insistiré en que falta debatir técnicamente, al menos en los medios de comunicación convencionales, sobre las herramientas que están disponibles en las entidades gubernamentales para combatir la inflación.
La superficialidad en los debates llevará a que los “opositores” señalen que la ineficiencia del gobierno ha generado la inflación y los “continuistas” dirán que puede ser aún peor si se toman medidas homologas a las de un país vecino en el costado oriental.
Si bien hay variables externas al país que son difíciles de controlar, que afectan la inflación, las entidades gubernamentales sí tienen herramientas para diseñar e implementar una política económica que favorezca a la población poniendo topes a fenómenos relevantes como la devaluación y la inflación.
De acuerdo con el Banco de la República, la inflación se puede dar por demanda: “los precios de los bienes y servicios en un país pueden aumentar cuando las familias, las empresas, o el mismo gobierno están dispuestos a comprar más productos de los que están disponibles para la venta”. También se puede dar por oferta: “en situaciones que perturban de una u otra manera a los productores y vendedores (oferentes), sin que haya cambiado la demanda por sus productos”.
Una tercera categoría es las expectativas, asociada con la confianza, citando nuevamente un ejemplo del Banco de la República: pensemos en un escenario en el que “las familias o las empresas esperan que la inflación en el futuro aumente en cierto porcentaje, digamos en 3%, seguramente incorporarán esas expectativas en sus negociaciones salariales, acuerdos con proveedores, ajustes contractuales de precios, entre otros, lo que al final se traducirá efectivamente en un incremento cercano a ese 3%”.
Efectivamente hay mucho por hacer: potenciar la oferta de productos nacionales, controlar la especulación, regular la devaluación, lograr un balance conveniente para promover la reactivación económica sin que el efecto rebote y la confianza no lleve a una inflación desproporcionada; incluso en la ciudadanía se puede trabajar en la educación financiera para el hogar y el reconocimiento de aspectos básicos que componen las políticas económicas y monetarias.