Los uniformes de campaña son aquellos que los comandantes y soldados suelen vestir durante el desarrollo de las operaciones militares y se caracterizan por adecuarse a los cánones doctrinales imperantes en una época determinada. Por ejemplo, durante las Guerras de las Galias (58 A.C) el Ejército Romano utilizaba armaduras ligeras, para darle a sus integrantes una mayor facilidad de movimiento cuando llevaban a cabo emboscadas contra los Celtas, en los bosques de Europa del Norte.
Dicho esto, el presente artículo se enfoca en hacer un recorrido a través de la evolución del uniforme de campaña del Ejército Nacional de Colombia. Esta historia comienza en el año 1810 cuando se activa el Batallón de Voluntarios de la Guardia Nacional, que fue la primera unidad militar al servicio de la República. El uniforme de campaña de quienes conformaban este batallón era el mismo de los batallones realistas, en el que predominaba el color azul en casaca y pantalón, con vivos colores en las solapas y puños según el arma.
Este tipo de uniforme fue característico de las milicias disciplinadas formadas a partir de las reformas militares introducidas en las Indias por la Casa de Los Borbones. Estos se destacaron por ser útiles para conducir la guerra desde áreas elevadas, dado que la gama cromática facilitaba realizar el movimiento táctico de las diferentes especialidades militares: infantería, caballería, artillería y zapadores, cada una con colores y prendas distintivas.
En la imagen del libro Historia de los uniformes militares de Colombia 1810-1998, del señor General Roca Maichel, que se encuentra a continuación se puede observar a un sargento de Infantería del periodo comprendido entre 1810 y 1815, vistiendo la casaca azul con cuello y puños rojos, con detalles de identificación en el cubrecabezas y con escarapela patriota
Respecto a la época de la Campaña Libertadora de 1819, hay que tener en cuenta que el ejército no contaba con talleres y suministros para la elaboración masiva de uniformes. Por lo tanto, su uso era privilegio de los mandos superiores y las tropas extranjeras; mientras que, los soldados de línea debían llevar la vestimenta que utilizaban para realizar sus labores cotidianas en el campo. Por ello, se encontraba a los soldados vestidos con camisa y pantalón, y a veces ruana, en el caso de los climas andinos; por lo general, estas prendas eran de tonos claros, especialmente blanco.
El uso del rojo y el verde en las casacas fue producto del préstamo de intendencia de los británicos a los ejércitos patriotas, modelo que más tarde fue adoptado como uniforme de las guardias de honor.
En la imagen de la Revista Osprey se puede apreciar dos tipos de uniformes de campaña clásicos del año 1819. El uno, perteneciente al batallón Cazadores consistente en ropa particular predominante blanca con accesorios militares, y el otro, típico de un guardia de honor patriota, con casaca roja británica, como se puede observar.
Tras la consolidación de la independencia, nuevamente los talleres volvieron a producir uniformes en masa para el Ejército Patriota volviendo a los tonos azules con vivos en los puños y cuello, y alternando el color del pantalón entre tonos azules y blancos, que reflejaba la influencia del Ejército francés. El uniforme de campaña del Ejército de la denominada Gran Colombia (1819-1830) es similar al que a continuación se retrata en la ilustración.
Durante el periodo de las Guerras Civiles (1840-1899) el tipo de uniforme de campaña que se utilizaba era el característico del Ejército francés, que se adoptó producto de la afinidad y admiración que el General Tomas Cipriano de Mosquera tenía por esta nación; el cual, consistía en una casaca azul oscura con vivos rojos en cuello, puños y hombros.
A partir de este momento se unificó la gama cromática y se dejó de lado la identificación de las especialidades por colores, el pantalón era de color rojo y en lo concerniente al cubrecabezas, se cambió se cambió el gorro rígido por uno más práctico de corte francés.
Una versión más moderna de este modelo, se mantiene aún en los uniformes No.1 y No.2 del Ejército Nacional. El uniforme que vestían los integrantes del Ejército durante la segunda mitad del siglo XIX.
A finales del siglo XIX en Europa, con la evolución tecnológica de los fusiles y las ametralladoras los uniformes dejaron de ser coloridos, debido a que los soldados se convertían fácilmente en blanco de tiro de estas armas industrializadas.
Se optó entonces por el uso de tonos más neutros como el azul grisáceo utilizado por los franceses, el gris empleado por los alemanes y el verde oliva y caqui que reemplazaron la histórica casaca roja de los ingleses.
Para el Ejército colombiano, este cambio se dio luego de finalizada la Guerra de los Mil Días, cuando se pasó del modelo doctrinal francés al prusiano. El uniforme de campaña azul oscuro se sustituyó por uno de color verde oliva, con el uso de quepis y guerreras con bolsillos inferiores, pantalones con briche y botas de caña alta, como se aprecia en la imagen.
Para la década de 1930, se presentó un nuevo cambio en el uniforme de campaña del Ejército Nacional. Esta vez, para mantener la tradición del color neutro se eligió el color caqui, una guerrera con bolsillos superiores, similar a la del uniforme que se usó a principios del siglo XX. Este tipo de uniforme se hizo famoso por su uso durante el Conflicto Amazónico con el Perú (1932-1933).
Posterior a la guerra de Corea (1950-1953), el uniforme de campaña del Ejército Nacional siguió con la línea caqui, pero se modificó la guerrera por una más liviana con cuello con solapa americana, el quepis se cambió por una gorra liviana, el pantalón de briche por un pantalón con ligas y las botas pasaron a ser de caña media. Este uniforme estuvo inspirado en el modelo que vistieron las tropas del Ejército de los Estados Unidos durante el desarrollo de esta guerra.
En el contexto de la confrontación armada, el ambiente selvático donde principalmente se libraba la lucha contra las guerrillas comunistas condujo a la necesidad de modificar el uniforme de campaña por uno más moderno, que permitiese obtener una ventaja táctica en el terreno. Por esta razón, en el año 1968 entró en vigencia el uniforme camuflado tipo Tigrillo, una adaptación nacional del camuflado Duck Hunter usado por los marines estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, en el que se mezclaban distintos matices que iban desde los tonos verdes a los marrones.
En el año 1994, tras el éxito obtenido tácticamente por el uniforme camuflado, se produjo una nueva actualización tecnológica del uniforme, adaptando el camuflado a la línea cromática tipo Woodland utilizada por el Ejército de los Estados Unidos durante las décadas de los 80 y 90, aumentando la gama de los tonos verdes y marrones, y añadiendo el color negro.
En el año 2006 se produjo una de las últimas modificaciones del camuflado. En una era digital, dónde los diseños por computación imperaban, se propuso el uniforme de campaña que hoy viste el Ejército Nacional, denominado popularmente como pixelado, que es un diseño de camuflaje multi-escala que produce una mejor efectividad de protección visual a largas distancias, debido al efecto de fractal que hace que las figuras en un gran espectro cromático como la selva se desdibujen para el ojo humano.
Por último, se tiene el modelo que se implementará a partir del presente año, el cual fue presentado por el Comando del Ejército a finales del año 2021, denominado “Camaleón” que al igual que el modelo anterior es un camuflado multiescala en forma de piel de reptil producto de un análisis a profundidad sobre las gamas cromáticas de la geografía nacional.
La importancia de los uniformes de campaña radica, en el hecho de que están cubiertos de la gloria de más de 210 años de existencia republicana, labradas en la protección y salvaguarda de la libertad y la democracia. Honor y gloria a todos aquellos que han sacrificado momentos importantes de sus vidas en cada una de las campañas militares que han hecho más grande nuestra nación.
*Te. Leonardo Cisneros Rincón Oficial de Historia Militar del Centro de Estudios Históricos del Ejército.