Algoritmos bioeconómicos – Carlos David Martínez #Columnista7días

En los inicios del 2020 pulularon algunos conceptos técnicos, de estadística y otras disciplinas, en los medios de comunicación convencionales para describir algunos datos que eran (son) más fáciles de digerir para expertos en epidemiología que para el grueso de la población. Pero hoy pareciera que el interés por el análisis técnico de la información hubiera decrementado.

Una condición, que algunos podrían denominar algorítmica, en el sentido que era una regla clara para intentar solucionar un problema, consistía en que después del 70% o el 80% de ocupación de las unidades de cuidados intensivos seguirían medidas cada vez más estrictas de confinamiento.

Pareciera un debate antiguo cuestionar si los Estados pueden garantizar la supervivencia de los ciudadanos durante las medidas de confinamiento, pero sigue siendo dramáticamente contemporáneo. Por lo menos desde lo local podemos indagar cómo se combinan medidas de confinamiento, en otros países, con medidas complementarias de reactivación o mantenimiento de las actividades económicas.

Si bien la OMS define la salud como bienestar en lo físico, mental y social, pareciera que quisiéramos patear el concepto predominante previo a éste de la salud como ausencia de enfermedad, es decir, es como si estuviéramos encaminando nuestros esfuerzos únicamente a preservar “la economía” sin pensar en “la vida”.

El Observatorio Nacional de Salud, del Instituto Nacional de Salud, en el informe socializado el 25 de noviembre del 2021 señala respecto al análisis de las desigualdades sociales que “en las poblaciones más vulnerables, respecto al acceso a los servicios de salud, se ampliaron las brechas y se hallaron municipios pobres en donde la mortalidad materna, la morbilidad materna extrema, la sífilis gestacional y congénita aumentaron su ocurrencia y/o sus desigualdades. Los datos del INS confirman que el 12% de las muertes maternas se dieron directamente por covid. La mortalidad por IRA y enfermedad por desnutrición aguda en menores de cinco años también aumentó”.

Recientemente se estableció que gracias al avance en la vacunación se puede flexibilizar las medidas de aislamiento de 14 a 7 días, pero poco se discute sobre cómo apoyar a la población vulnerable para garantizar su supervivencia; 7 días puede parecer mucho tiempo para aquel que vive del rebusque diario, o puede parecer muy poco tiempo para aquel que aún tiene síntomas de consideración.

Necesitamos medidas basadas en cifras, datos y hechos, como rezan los administradores, para brindar alternativas de prevención, intervención, solución y de mitigación del daño, con análisis rápidos y eficientes de la situación actual.

Un ejemplo simple es el siguiente: si anteriormente un criterio para establecer mayores medidas de contención mediante confinamiento era la ocupación de las UCI, ¿será que hoy se requieren medidas en función al número de contagios? No sugiero que tenga que ser así, sólo planteo que ante la velocidad de nuevos contagios se debe analizar la nueva realidad que experimentamos para tomar medidas pertinentes.

Tampoco pretendo juzgar a las autoridades sanitarias, muy seguramente todos hacen lo mejor que pueden; algunos me podrían tildar de ingenuo por sugerir una suerte de tecnocracia para la toma de decisiones en las políticas sociales; sólo quiero proponer reflexiones para pensarnos en lo mejor para nuestra región.

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