No es cierto que haya recibido un impacto de arma de fuego en la cabeza, ni tampoco que haya sido herido con arma blanca en una pierna, Edwin Avendaño, falleció por un trauma craneoencefálico severo ocasionado por la fuerte golpiza que le dieron decenas de hombres tras disparar su arma (solo hasta después de los hechos se supo que era traumática), en contra de otro joven en medio de una gresca que terminó en una asonada con linchamiento en pleno parque de Coper.


Del hombre se sabe que tenía cuatro hijos, que vivía en la vereda Guasimal bajo de Coper con su novia, pero que era oriundo de Muzo. No se sabe bien en qué trabajaba, solo que era vendedor informal en Bogotá y que permanecía una temporada en la capital del país y regresaba a Coper, para permanecer durante unos días, como lo había hecho para este fin y comienzo de año.
La revuelta se presentó cerca de las 4:00 de la mañana del pasado sábado, al parecer, luego de que el acreedor de la suma de dinero le reclamara a Edwin y se generara una pelea, en la que el deudor accionó un arma, que terminó siendo de fogueo, en contra de quien le cobraba y de que supuestamente disparara varios tiros al aire.
De los heridos se sabe que fueron cinco y que ya dieron de alta a tres, incluido el acreedor de la deuda, quien se recupera en su casa de las heridas causadas por la pistola de fogueo.
Entre los heridos que aún permanecen en el Hospital de Chiquinquirá, está uno de los hijos del fallecido, quien estaba junto a otro de sus hermanos y la nueva pareja de su padre en la camioneta Chevrolet Blazer que quedó en el parque averiada por los golpes que le propinó la comunidad con botellas de vidrio y piedras especialmente.
“El cuerpo sin vida de este hombre quedó dentro de su propio vehículo en el que se encontraba con su novia y dos de sus hijos, que también resultaron heridos, uno de ellos de gravedad, en medio de la asonada de decenas de personas”, dijo Carlos Fajardo, personero de Coper, quien añadió que de la camioneta, fue sacado el cadáver y llevado a la estación de Policía para su levantamiento, precisamente por lo caldeados que estaban los ánimos de la muchedumbre.