
Se dice que la reactivación económica es un proceso por medio del cual unas determinadas finanzas presentan crecimiento y mejoras reflejadas en la generación de empleo y el robustecimiento de las rentas tras una crisis que provocó el hundimiento de esos indicadores.
A lo largo de la historia las epidemias han tenido funestos efectos en la economía, sin embargo la actual emergencia sanitaria que aún soportamos ha mostrado consecuencias no antes registradas ocasionando una crisis sin precedentes en sectores como el económico y social, con reacciones inmediatas en las finanzas del núcleo familiar, por cuanto quedarse en casa significó la salvación de vidas pero también la agudización del desempleo, el exterminio de empresas y el cierre de robustas entidades que soportaban gran parte de la economía local.
Pasó el inolvidable 2020 y llegó el 2021 con algunos visos esperanzadores, atados al masivo sistema de vacunación que en un comienzo fue añorado por todos y luego paradójicamente despreciado por otros para quienes la vacuna es “una especie de chip introducido en el cuerpo para quedar sometidos al yugo de quien maneja ese sistema”. Éste y otros mitos han surgido en medio del extraño momento donde se ha especulado tanto que hasta la ficción pasó a formar parte de las estadísticas.
Mediante normas y decretos el país y el mundo ha vuelto a rehacer paulatinamente la industria y el comercio que logró de alguna manera sobrevivir al paso arrollador de la hecatombe y muy lentamente los locales desocupados vuelven a tener mobiliario; amén de nuevos endeudamientos con los bancos para arrancar de cero y apostarle una vez más a la habilitación de almacenes, restaurantes y creativos emprendimientos.
Se dijo hasta la saciedad que uno de los sectores más golpeados había sido el de la industria del entretenimiento, que cobija no solo a los empresarios, productores dueños de elementos escénicos como sonido, pantallas, luces y tarimas, sino a los artistas que viven de la exposición de su talento y la contratación de sus servicios por parte de entidades públicas y privadas.
Con la crisis las calles se llenaron de artistas que aún permanecen en las esquinas de las ciudades capitales, haciendo gala de su experticia y exponiendo su arte en busca de una moneda que logre acomodar una modesta cifra con la que puedan llevar el pan a la casa.
Bellas voces e instrumentos bien ejecutados se escuchan por vías y ciudades, buen arte se disfruta en los recorridos de los centros históricos de las capitales y los pueblos se han convertido en una especie de “Calle de Las Ramblas”, que funciona como arteria principal de la ciudad de Barcelona, España donde arquitectura, cafés, restaurantes, tiendas y el comercio en general se confabula con el arte para propiciar un extraordinario paseo que ofrece el goce de la habilidad de los cultores en todas sus diciplinas, a la vez que se adquieren productos y alimentos.
Este ejemplo de la legendaria “Calle de Las Ramblas” sirve para redefinir el arte como esa manifestación que está inmersa en la célula misma de la dinámica social y la aparta de errados conceptos de clubes privados y círculos cerrados de privilegio, porque tal vez sin proponérnoslo el espacio público se convirtió en fascinante caminata donde se saborean, no solo los productos de la gastronomía y se exhiben los mercados, sino que se degusta un exquisito menú de voces líricas y atenoradas, instrumentos, coreografías, estatuas humanas y la magia del pincel que sobre el lienzo recrea los momentos de la vida.
Ahora bien, los mandatarios locales se la están jugando para revivir, al costo que sea los grandes eventos, porque se dieron cuenta que esos icónicos certámenes son sin lugar a dudas la piedra angular sobre la cual descansan muchos de esos propósitos de reactivación y circulación cierta de la moneda, muy similar al controvertido día sin IVA que implementó el gobierno nacional y que por más criticado que siga siendo ha movido grandes masas de gente y ha superado, de lejos las metas planeadas por los expertos, llegando a cifras no antes obtenidas en cuanto a ventas se refiere.
¿Son el arte y los eventos, efectivo mecanismos para la sonada reactivación económica?
Por supuesto que ¡Si! por eso desde un tiempo a hoy los expertos del turismo cambiaron la estrategia de vender los destinos con la vieja costumbre de confortables habitaciones, televisor y control, porque ahora este renglón es experiencial y los paquetes se diseñan con una alta dosis de insumos artísticos, ancestrales y académicos a fin que los visitantes vivan momentos únicos e irrepetibles a través de la arquitectura, la música, la historia, la danza, el teatro, la cinematografía, los relatos, la oratoria, las artes plásticas, los talleres y simposios, y por supuesto la gastronomía, reconocida hoy como patrimonio inmaterial de los pueblos.
Y si realmente los eventos reactivan la ilusión, es momento entonces para que todos, sin discriminación de clase, religión o inclinación política nos volquemos de manera animada y entusiasta a respaldar el retorno de los certámenes y dejemos la crítica mordaz, el pesimismo y esa actitud tóxica de apatía que aparece como una inoportuna nube gris amenazante en medio del azul radiante que nos quiere regalar un nuevo amanecer.
Con la llegada de la época decembrina y el retorno de míticos programas a la agenda cultural de las regiones debemos sacar del repertorio la mejor sonrisa, volver a los convites comunales para llenar de alegorías, banderines y decoraciones sencillas los barrios, las cuadras y los sectores, compartir animosamente y ser parte de las soluciones y no de los problemas; suficiente hemos tenido con la pandemia, el hambre y el deceso de familiares y amigos.
El comercio está llamado a responder también positivamente vistiendo sus vitrinas con elementos creativos que permitan el disfrute y atracción de los transeúntes y qué decir de la empresas, célula vital del desarrollo social, porque allí, al interior de ellas, se puede organizar sanos concursos para renacer las tradiciones refundidas en los nuevos tiempos, como las apuestas que nos hacía esperar con ansias la llegada de la navidad: pajita en boca, el beso robado, tres pies, dar y no recibir y tantas otras donde se fortalecían los lazos de amistad y se pasaba bueno sin mayores inversiones.
Grandes y obligados sucesos elevados a la categoría de patrimonio como el Carnaval de Barranquilla o el de Blancos y Negros en Pasto por referir tan solo dos de ellos, son y han sido posibles, no solo por las inversiones del estado y la empresa privada, sino más importante aún por la participación ciudadana, por la apropiación de los pobladores, por el trabajo comunitario y las mingas reveladoras que ponen en escena, la creatividad y el fulgor de sus gentes.
No solo los acontecimientos culturales regeneran la economía turística, también los hacen los bureau, organizaciones que lideran estrategias de promoción y posicionamiento internacional a través de congresos y convenciones; porque gracias a estos aciertos se mueven grandiosas masas de turistas y visitantes en ciudades como Bogotá, Medellín o Cartagena donde este sistema se implementó hace mucho tiempo con alentadores resultados.
La reactivación nos llama ahora a rodear los eventos y las jornadas donde el arte y las estrategias empresariales, se convierten en cómplice y mensajero de positivos anhelos, nos convoca a participar activamente y nos cita de manera inaplazable a volcar los rejuvenecidos sentimientos para hacer una minga de voluntades donde el común denominador sea la fe, la solidaridad y la esperanza.
Pero la vida está llena de paradojas, por eso resulta muy extraño ver las propuestas de muchos artistas nacionales, extranjeros y locales, que, a la voz del retorno de un evento, pasan cotizaciones irracionales con planas de ceros a la derecha que espantan a quienes se quieren dar la pela por la reactivación de estos sectores. Lo mismo ocurre con las tarifas de algunos restaurantes, hoteles y centros comerciales que quieren compensar lo que perdieron en pandemia de un solo tajo a costa de quien llega allí a dejar la plática; definitivamente esta humanidad es más rara que «un perro a cuadros».
Bienvenido el retorno de los eventos que reavivan la economía y resucitan esos instantes que marcaron la existencia, porque tal vez el arte no solo fue el damnificado en la pandemia, sino que puede ser el gran beneficiado ahora en las estrategias de reactivación.
El llamado a los artistas, empresarios, cultores, industrias y el comercio para que cobren lo justo y no eleven las tarifas a cifras fantasiosas que solo propicia la muerte de la diezmada y convaleciente “gallina de los huevos de oro” que también quiere reactivarse.