
“La incertidumbre no es inherente al fenómeno, es culpa de nuestra ignorancia respecto a él”. Julián Ortiz, Ph. D. en Geoestadística, Jefe Departamento de Minería en la Universidad de Queens (Canadá).
Recuerdo esa frase como si fuera hoy. En la clase de modelos estocásticos con el profesor Ortiz en el año 2008 (Universidad de Chile), la cual siempre reitero en mis charlas, asesorías, consultorías y capacitaciones nacionales e internacionales.
Todo fenómeno para analizarlo y comprenderlo, necesita de los datos (el número de datos necesarios te lo define su variabilidad). Y con ellos se descifra el comportamiento de la variable en estudio, la cual se encuentra distribuida en el espacio, al final, se determina y categoriza su complejidad en: alta, media o baja. De seguro, ese tramo que hoy tiene incomunicada la vía de Sogamoso al llano es de alta complejidad, con coeficiente de variación superior a uno; me hace recordar lo complejo que es estudiar las vetas de oro, pero con rigurosidad se cuantifican y se predicen.
¿Qué ha pasado con la vía al llano? Cada vez que las nubes lloran, se cierra la vía, ya sea por el lado de Bogotá hacia Villavicencio, o de Sogamoso hacia Yopal. Pasamos de la fe del minero, a la de los no derrumbes, bonita cosa.
Ya son décadas tras décadas escuchando el mismo cuentico de siempre: ¿será que me arriesgo a viajar? La ingeniería colombiana sigue de incertidumbre en incertidumbre. No puede ser posible que se construyan vías, viaductos y puentes, caso el de Chirajara, el cual se desplomo, ocasionando pérdidas humanas y ratificando el vandalismo con el erario ‘detrimento’, y, aun así, hasta la fecha nada de nada, el próximo año con el mismo tema.
En pleno siglo 21 escuchar esas frases por parte de profesionales me deja sin palabras. Muy bien lo expresa el profesor Ortiz: es nuestra ignorancia para abordar el fenómeno lo que no permite entenderlo.
Los datos nos hablan, y los testimonios son evidentes, aún no sabemos interpretarlos para tomar decisiones acertadas y resilientes. Cualquier proyecto que estudie un fenómeno distribuido espacialmente, los datos son el corazón (recuerden que, debe existir un protocolo de aseguramiento y control de calidad), estos ocupan un 70% del total de un proyecto.
El francés Xavier Emery es muy reconocido en el ámbito internacional, él le da una ponderación hasta del 80% a los datos. ¿Será que esto lo tienen presente los ingenieros en Colombia?
De las estadísticas simples como las medidas de dispersión, se puede anticipar para evitar estas situaciones de cierre de vías, y la exposición de una sociedad que anhela tener respuestas acertadas por parte de la ingeniería colombiana.
Solo me queda preguntar: ¿existe rigurosidad en las decisiones tomadas con los datos?, ¿son validados antes de hacer el diseño de ingeniería para que no falle la estructura o se presente un deslizamiento?, ¿o no han comprendido que cuando el fenómeno requiere cierto número de información, no se debe escatimar costo alguno? ¿Existe en Colombia tecnología de punta haciendo monitoreo de manera remota durante las 24 horas del día en los fenómenos de alta variabilidad?
El agua es uno de los detonantes más críticos que afecta la vía de los llanos orientales, y por la falta de gestión y manejo integral con sabiduría, no han podido minimizar estos impactos que, año tras año se repiten sin solución alguna. ¿Qué se está haciendo desde las Universidades colombianas y las entidades del Gobierno para solucionar estos problemas?
*Ajustado de la columna: ‘Hacia los llanos orientales ¿qué ha pasado con la ingeniería colombiana?’.