El collar bomba, el acto demencial que convirtió en noticia mundial a Chiquinquirá – #HistoriasDeHorrorEnBoyacá

El caso, que ocasionó la reacción de organizaciones de derechos humanos en todo el mundo y que llevó al presidente Andrés Pastrana a suspender la audiencia pública internacional con las Farc programada para finales de mayo, provocó manifestaciones de indignación entre los chiquinquireños, que quedaron marcados de por vida por el hecho demencial del lunes 15 de mayo.

De uno de los episodios más tristes que recuerda Chiquinquirá, hasta producciones televisivas y de cine se han hecho. Foto: Archivo Boyacá Sie7e Días

Ana Elvia Cortés fue condenada a muerte por cuatro encapuchados que le colocaron el collar explosivo a las 4:00 de la mañana del lunes 15 de mayo.

Le advirtieron que a las 3:00 de la tarde del mismo día vendrían por los 15 millones de pesos, que si pagaba le quitarían la carga mortal y le Dejaron un casete con instrucciones.

5:20 a.m. Un amigo de la familia alertó a la Policía y los transportó hasta el encuentro con los uniformados, quienes se detuvieron en la carretera circunvalar de Chiquinquirá. El lugar fue acordonado en 50 metros a la redonda.

8:30 a.m. Comenzó el trabajo de desmonte de la carga explosiva en el cuello de Ana Elvia Cortés. La operación fue dirigida por el subintendente Jairo López, experto de la Sijin.

10.00 a.m. Fue anunciado por parte del grupo antiexplosivos que se había desmontado una de las secciones de la bomba. El coronel Roa Millán, del Batallón Sucre, acompañaba a la señora para animarla.

11:30 a.m. Ana Elvia está cansada. El grupo interrumpe la labor para que ella pueda relajarse y beber agua. El coronel Roa Millán le dice que falta poco.

12:00 m. El suboficial de la Sijin anuncia que se ha desmontado casi el 70 por ciento de la carga y así se lo dan a conocer a la señora Elvia. Le dan ánimos, más de 50 personas, incluidos familiares, esperan atentos y esperanzados.

12:30 (Aproximadamente). Hay regocijo entre el grupo antiexplosivos. López dice que falta poco; lo acompañan dos suboficiales y dos soldados del batallón Sucre. El comandante de esa unidad se retira después de abrazar a la señora y confortarla. Diez segundos después el artefacto explota.

En el piso, a la orilla de la carretera, queda el cuerpo destrozado de la señora Elvia Cortés. También, agonizante, el del subintendente de la Policía, quien perdió su brazo izquierdo; el del sargento Julio Ignacio Cruz Torres, quien sufrió amputación de tres dedos de su mano izquierda y los soldados Gustavo Caro López y José Gabriel Suárez, con heridas en el rostro, tórax y manos.

2:00 p.m. Se anuncia la muerte del técnico en explosivos Jairo López, camino del Hospital Militar en Bogotá a donde era trasladado en helicóptero junto con los otros heridos.

El comandante del Batallón Sucre, Fabio Santiago Roa Millán, quien estuvo consolando y acompañando a la señora Cortés de Pachón durante el desmonte de la carga y solo se separó de ella unos segundos antes de la explosión, resultó levemente herido a causa de la onda explosiva. Así recuerda esos últimos segundos: La abracé y le dije tranquila que ya falta muy poco y me retiré para que los técnicos siguieran en su labor. No habría caminado diez metros, cuando se produjo la explosión.

Este drama se presentó a la orilla de la carretera circunvalar, donde las autoridades desviaron vehículos y mantuvieron a raya a los curiosos. A una distancia prudencial se encontraban el esposo de Elvia, Salomón Pachón, y sus cuatro hijos quienes presenciaron impotentes las fallidas operaciones del grupo antiexplosivos.

Escenas de llanto, dolor y sufrimiento se vivieron durante el sepelio de la señora de 55 años, en el que sus hijos, hermanos, esposo y familiares, lloraban desconsolados ante el féretro que contenía parte de los despojos mortales de la humilde campesina.

La Basílica de Nuestra Señora del Rosario, templo en donde se realizaron los oficios fúnebres por parte del obispo Héctor Gutiérrez Pabón, fue insuficiente para albergar la multitud que acompañó la ceremonia, por lo que unas 1.500 personas, entre ellas los estudiantes de la ciudad, debieron aguardar en la Plaza de Bolívar.

Cuando terminaron los actos religiosos, el cortejo se dirigió al cementerio Central de Chiquinquirá donde se dio cristiana sepultura al cadáver de quien fue llamada por el obispo Gutiérrez, heroína de los colombianos, al referirse a la crueldad y salvajismo con que fue cometido el crimen por sus autores.

Habitantes de la vereda La Palestina, del municipio de Simijaca, donde residía el matrimonio Pachón Cortés, manifestaron su sorpresa por el hecho, el que calificaron de injusto, ya que esta familia no es adinerada. Pienso que si a ellos (los Pachón), que eran pobres, los estaban extorsionando, entonces ¿cuánto no le estarán sacando a otro propietarios de fincas de la región?, dijo uno de los habitantes de la vereda y que conoce a la familia hace varios años.

Cuando las autoridades de Chiquinquirá fueron alertadas sobre el caso, que comenzó a las 4:00 de la mañana del pasado lunes, unidades de la Policía y del Batallón Sucre se encargaron de traer a la mujer desde su finca, La Esperanza, ubicada en Simijaca, municipio cundinamarqués (límites con el departamento de Boyacá), hasta la carretera circunvalar de Chiquinquirá.

Las investigaciones adelantadas por los organismos de inteligencia del Ejército apuntaron a que los responsables por el crimen fueron miembros de las Farc, frente 11, que era el que operaba en la región.

Sin embargo, el mismo día del sepelio de la víctima, un hombre, quien dijo ser el comandante Gaitán Gutiérrez, del estado mayor de las Farc en el Magdalena Medio, llamó a las emisoras locales de Chiquinquirá para señalar que “su organización nada tuvo que ver con el hecho que le atribuyen los militares y agregó que son acusaciones falsas y son calumnias del comandante del Batallón Sucre, coronel Fabio Santiago Roa Millán, al responsabilizarnos de este acto que no ha sido cometido por ninguno de nuestros grupos y el cual tenemos claro no corresponde a nuestros objetivos militares que no incluyen a la población civil”.

La misma voz, aclaró que el comandante del frente 11 es el conocido con el alias de Cienfuegos y que él confirmó que nada tenían que ver con el crimen de la señora Elvia. Solo dos años después se vino a esclarecer que realmente el acto no tuvo que ver con guerrilla ni paramilitares sino con una banda de delincuencia común denominada Los Conejos, que tenían azotada a la región, sin embargo, solo resultó condenado José Miguel Suárez, por el asesinato a 32 años de prisión.

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