[Infografía] COP26: los desafíos persisten seis años después del Acuerdo de París

Ni la paralización de actividades a raíz de la pandemia de la COVID-19 logró frenar el incremento de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y las concentraciones de CO2 en la atmósfera marcaron en el 2020 récords históricos, hasta las 413 partes por millón. Contiene estadísticas publicadas por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), agencia ONU.

Con información de la Agencia EFE

«El Acuerdo de París fue un pacto agridulce, ya que el cambio climático sigue ahí; tenemos que prepararnos  para una carrera de fondo», ha explicado a EFE el investigador del CSIC Fernando Valladares, en su repaso a los logros y retos de este convenio de cara a la COP26 de Glasgow, Escocia, que arranca el próximo 31 de octubre.

Para él, el Acuerdo de París firmado en la COP21 del 2015 fue esperanzador porque en primer lugar se estableció que, cada país debía auditar los Gases de Efecto Invernadero (GEI) que emite, y por otro lado que los firmantes se comprometían a seguir un calendario de reducción de emisiones en la medida de sus posibilidades.

Sin embargo, dice que fue agridulce porque aunque se logró firmar el objetivo de no sobrepasar un ascenso térmico de 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales, el acuerdo no era vinculante y no contemplaba repercusiones legales para los países que no cumplieran sus promesas.

Agrega que, además, la economía más contaminante, China, se puso de perfil en la COP25 de Madrid, y es posible que su presidente no acuda a la cumbre de Glasgow”, una ausencia que expresa cómo de prioritario es el cambio climático para sus dirigentes.

A pesar de ello, el científico explica que China tiene en la actualidad un calendario verificable y realista de neutralidad para el 2060 y aunque quiere hacer la transición hacia energías más limpias, paralelamente ha invertido importantes sumas en carbón, algo que se amortizará en los próximos años con una gran huella de emisiones.

Medio grado que marca la diferencia

Valladares destaca que el legado que ha dejado París es una referencia que todo el mundo puede entender, un valor de temperatura que no debemos rebasar: 1,5 grados.

El investigador del CSIC  advierte que quizá no resulte tan obvio por qué un calentamiento superior a 1,5 puede ser tan crítico, pero que ese umbral es una línea roja que está muy marcada en las agendas nacionales.

“Los esfuerzos que hay que hacer a nivel internacional para quedarse en 1,5 grados y no llegar a 2 son gigantescos, ya que una diferencia de medio grado implica cientos de millones de personas afectadas por la subida del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos”, asegura Valladares.

Mercados de carbono

Una de las cuestiones que se quedó en el tintero de la última COP fue el punto de los mercados de emisión, que está bastante estancado, aunque por otro lado el investigador afirma que solo representan una pequeña parte de la solución.

Los mercados de emisiones son una forma de transformar las economías muy intensivas en carbono, pero no es el método más rápido ni eficaz de cara al balance neto de emisiones, según Valladares.

Asegura que lo verdaderamente útil para disminuir la huella de carbono es una  política ambiciosa de reducción de emisiones, que responda a tres incógnitas: dónde, cómo y cuándo.

“La UE ha planteado un 55 % de reducción de emisiones respecto a 1990, el Reino Unido encabeza propuestas que rebasan el 70 % y EE. UU. habla también de un 55 %, pero en España apuntamos a un 23 % para el 2030, que es claramente insuficiente”, afirma.

El ciudadano ante las cumbres climáticas

Las COP tienen puesta la mirada en el medio y largo plazo, pero los ciudadanos tienen que pagar facturas, según señala Valladares, quien advierte que las COP sirven para programar una serie de actuaciones urgentes, incómodas y difíciles que suponen esfuerzos.

Agrega que, sin embargo, este tipo de reuniones no sirven para bajar la factura de la luz, sino para establecer planes para que toda la gente que vive en el planeta pueda seguir viviendo en él, algo que no está muy claro porque que, se necesitan cuatro planetas para continuar viviendo como vivimos.

“No se trata del viejo pretexto del planeta que van a heredar nuestros hijos, sino del planeta que ya tenemos, con temporales como Filomena o Gloria, megaincendios e inundaciones sin precedentes” señala.

Valladares explica que lo que podemos hacer los ciudadanos de a pie es comprender la gravedad de la crisis climática y entender que las medidas para resolverla van a ser incómodas porque habrá que modificar hábitos de consumo.

“Si todos los países firmantes se comprometen a consolidar las buenas intenciones de París, a hacer auditorías transparentes y se esfuerzan para reducir las emisiones, sería todo un éxito, esperar mucho más no es muy realista”, subraya Valladares.