Proponer o enemistar – Carlos David Martínez Ramírez #ColumnistaInvitado

En este orden, la contraposición y los contraargumentos deben tener cabida en un escenario democrático, a pesar de que algunos prefieran la unidad y la confluencia rápida en torno a las propuestas predominantes. 

A pesar de esto, también es importante lograr unir esfuerzos frente a objetivos comunes que aglomeren mayorías y permitan el desarrollo de proyectos a largo plazo; un problema histórico en nuestro país es la falta de políticas públicas estables. 

Resulta desafortunado que en los debates públicos se enarbole discursos basados en contra de las personas en lugar de propuestas que favorezcan a las comunidades. Ese facilismo hoy se ve en todos los espectros. De cualquier manera, este fenómeno no es nuevo en nuestro país, es bastante común que se promuevan candidaturas promoviendo el odio contra otros. 

Una paradoja curiosa se puede encontrar en los discursos sobre el enemigo: desarmar ese dispositivo argumentativo con técnicas dialécticas pareciera que terminara, como se dice popularmente, echándole más leña al fuego, pero tampoco podría argumentarse que hay que vencer el odio con amor, porque podría llegar a deslegitimarse la oportunidad de controvertir. 

Es importante desarrollar ideas que aglutinen para lograr políticas y proyectos de largo aliento, al tiempo que se logra respetar y dar cabida a las diferencias. También es clave desarrollar capacidades para identificar si se recurre a discursos facilistas de odio o si realmente hay propuestas que favorezcan a las comunidades.   

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