¡A propósito de la Boyacensidad!

Muchos asocian a Boyacá solo con la ruana y las batallas de la independencia. Si bien, son cosas de las cuales nos enorgullecemos, creería que constituyen una visión muy limitada.

Por: Enrique Caballero Borda – Director ESAP Territorial Boyacá Casanare.

director esap boyaca casanareSi hay un territorio rico, diverso, multicultural, multifacético, industrioso, cívico y pintoresco, ese es nuestro amado departamento. Lo dice alguien nacido en Ramiriquí y que, por esas fortunas de la vida, ha recorrido las frías calles de Tunja, los áridos desiertos de Villa de Leyva, el calor húmedo de Puerto Boyacá, los verdes e interminables paisajes del Valle de Tenza, los imponentes glaciares del nevado de El Cocuy y los yertos páramos de Pisba y La Rusia, sin olvidar los bucólicos paisajes de Socha, que parecen transportarnos a la España de la edad media.

Puedo afirmar que hablo desde mis vivencias, no desde mis lecturas o historias reales o ficticias, pues la vida me ha permitido, por ejemplo, adentrarme a municipalidades en donde la música predominante es el joropo y se luce el poncho en vez de la ruana, como sucede en las bellas localidades de Páez y San Luis de Gaceno y, al otro lado, en Pajarito.

La mayor parte de los tesoros de este departamento nacieron y siguen naciendo de la mente creativa y laboriosa de sus habitantes, dando origen a incalculable patrimonio inmaterial: su arquitectura, sus costumbres, su variada gastronomía, sus copleros, la música popular, la música moderna, el arte, la literatura y una dinámica actividad cultural e intelectual.

No es gratuito que su capital haya sido elegida como sede por numerosas universidades de reconocido prestigio, como tampoco es casualidad que, de la diversidad de sus poblaciones hayan descollado, por tomar solo un aspecto, grandes deportistas en diversas disciplinas, vencedores en múltiples escenarios, locales e internacionales.

Cuando decimos con orgullo: “Soy boyacense”, nos estamos refiriendo a una región que, si bien conserva valores y tradiciones del pasado, tiene su vista puesta en el futuro, en el desarrollo integral; nos estamos refiriendo a unos valores y a una cultura que tiene su base en la amabilidad, la tolerancia, la nobleza y la calidez con el vecino, con el conciudadano y, con el visitante. SER BOYACENSE ES UNA FORMA DE SENTIR LA VIDA.

Aunque tanto nos encanta, no necesitamos lucir siempre una ruana para demostrar, con gallardía, nuestro origen. Boyacá es tradición y modernidad, es una mezcla de lo vernáculo con lo novedoso, de lo lacónico con lo bullicioso. Ya no hay estereotipos.

Así, todos los días son buenos para sentirnos orgullosos de nuestra tierra. Empero, el dos (02) de octubre de cada año, fue escogido acertadamente, por la Honorable Asamblea de Boyacá, para conmemorar el hecho de que un día como hoy, hace dos siglos, el Congreso Constituyente de Cúcuta, presidido por el quizá más ilustre hijo ramiriquense, Don José Ignacio de Márquez, con la ineludible participación de Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño y otros más de 90 ilustres ciudadanos, al ratificar la organización de La Gran Colombia, diera origen, en homenaje a la batalla con la cual se selló la independencia, al Departamento de Boyacá, integrado inicialmente por las provincias de Tunja, Socorro, Pamplona y Casanare.

Muchas cosas, por fortuna, han sucedido desde entonces. Pero, los ideales de paz, justicia y libertad, permanecen en nuestros imaginarios.

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