Los colombianos desperdician más comida de la que creen, según nuevo estudio de WWF

En el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, WWF Colombia publica un estudio realizado en 8 ciudades colombianas para saber qué tanto relacionamos el desperdicio de alimentos con la crisis ambiental.

Cada año en el país se pierde el 34 % de los alimentos producidos. Nadie quiere hablar de ello. Foto: archivo particular

La mayoría de los colombianos cree que no desperdicia mucha comida, según un estudio de WWF realizado en ocho ciudades. La investigación evidenció que sí hay prácticas cotidianas que llevan al desperdicio, principalmente asociadas al mal almacenamiento y al inadecuado manejo de comida preparada o sobras.

Hoy, en el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, se revela qué piensan los colombianos frente a este problema y qué están dispuestos a hacer para evitar que la comida termine en la basura. “Al igual que ocurre en otras partes del mundo, los colombianos tenemos una disonancia frente al desperdicio: decimos que no lo hacemos por vergüenza o por considerarlo éticamente incorrecto, pero lo hacemos en la práctica, e incluso nos justificamos cuando ocurre”, explica Camila Cammaert, coordinadora de Sistemas Alimentarios Sostenibles de WWF Colombia.

Esto es preocupante si se tiene en cuenta que la manera en la que consumimos y producimos alimentos en el mundo es la principal causa de la transformación de la naturaleza y la pérdida de biodiversidad.

El estudio ‘Desperdicios: imaginarios, actitudes y comportamientos en Colombia’ realizó 1950 encuestas y visitó 47 hogares en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Florencia, San José del Guaviare y Leticia, para entender si los colombianos comprenden la relación de los alimentos con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

¿Qué se encontró?

Que en Colombia existe un gran desconocimiento frente a esta situación, y las personas creen que su forma de alimentarse no es determinante en la crisis ambiental.

El desperdicio es uno de los aspectos clave del análisis, pues el 10% de las emisiones de gases efecto invernadero, causantes del calentamiento global, tienen que ver con la comida que no comemos. ¿Cómo entienden los colombianos esta problemática?

Estos son los principales hallazgos:

1. El desperdicio es un asunto tabú y muchas veces se esconde: aunque según el Departamento Nacional de Planeación, cada año, en el país se pierde el 34% de los alimentos producidos, nadie quiere hablar de ello. Frente a la pregunta sobre la frecuencia en la que se desechan alimentos, un 31,6% de los encuestados manifiesta no desechar comida, mientras que el promedio de veces que la gente afirma desechar comida, alimentos o ingredientes, que se hayan dañado por algún motivo, es de 1.9 veces por semana.

Estos datos, bajos en apariencia, demuestran cierto grado de negación frente a la práctica de desperdiciar comida.

2. La abundancia es percibida como la principal causa de desperdicio: el 30,8 % de los encuestados considera que la principal razón por la que desperdician alimentos es que cocinan demasiado, y el 25,3% porque se sirve mucho en el plato.

“Los colombianos expresamos muchas veces el amor a través de la comida. Mucho
amor significa, en ocasiones, servir grandes porciones que pueden llevar al desperdicio. Necesitamos que desde las familias fomentemos que el cariño también se demuestra al no botar la comida, al cuidar al planeta y entendiendo que la naturaleza es quien nos permite tener nuestro plato lleno”, contextualiza Cammaert sobre este punto.

3. Existe la creencia de que hay desperdicios más “graves” que otros: el 65% de los encuestados considera que lo que más se desperdicia es la comida ya preparada, mientras que solo el 21,7% considera que lo que más se desperdicia son alimentos parcialmente usados (media cebolla, un pedazo de sándwich, etc.), lo que demuestra que desechar estos alimentos no es necesariamente percibido como desperdicio, sino como una parte normal del proceso en la cocina.

4. Las motivaciones para desperdiciar menos: las personas afirman que la posibilidad de ahorrar dinero con un 41,7% y el querer administrar su hogar de manera más eficiente con un 46,2% son dos de las principales razones que los llevarían a reducir la cantidad de alimento que se desperdicia en su hogar. Pese a no estar dentro de las principales motivaciones, el deseo de reducir su impacto en el medio ambiente, resultó ser una razón más fuerte para reducir el desperdicio que comer una dieta más saludable.

5. La estrategia que las personas tienen frente al desperdicio es desechar: cuando los colombianos se enfrentan al desperdicio de alimentos creen que la única manera de resolverlo es llevándolo rápidamente a la caneca. Esto demuestra que no están tomando medidas para darle un mejor manejo a sus alimentos, y es otra forma de negar el problema.

El 21,5% de los encuestados afirma que no sabe cómo puede reducir el desperdicio de alimentos.

“Si se tiene en cuenta que el 40% de toda la comida que producimos en el planeta no se come, es indispensable empezar a entender por qué y qué debemos cambiar para evitarlo. No solo estamos perdiendo o desperdiciando los alimentos en sí, sino recursos tan valiosos como el agua usada para producirlos. Este informe es un insumo clave para que abramos la discusión y empecemos a medir en cada hogar qué desperdiciamos y por qué. Este es el primer paso para implementar soluciones como cambiar la frecuencia de compra, lograr un mejor almacenamiento o darles un uso más creativo a las sobras ¨, explica Cammaert.

Aunque el estudio demuestra que los imaginarios, actitudes y comportamientos frente al desperdicio son bastante homogéneos, se destacan algunos hallazgos particulares en las distintas ciudades.

Bogotá: los bogotanos son los que más dicen desechar comida por vencimiento de los productos. Un 36% lo afirma.

Barranquilla: a la hora de comprar alimentos, los barranquilleros son los que más se preocupan por la estética y buena apariencia de estos con un 84,7%. Bucaramanga: los bumangueses son los que menos perciben la cantidad de comida que desperdician. Un 36,1% afirma que no desechó ningún tipo de alimentos en el último mes.

Cali: un 96,1 % de los caleños afirma que la fecha de vencimiento es muy importante a la hora de elegir los alimentos que va a comprar.

Medellín: es la ciudad donde más se afirma que se desperdician alimentos parcialmente usados, por ejemplo, unas cuantas rebanadas de pan o una cebolla a la mitad. El 30,9 % lo dice.

Ciudades amazónicas (Florencia, San José del Guaviare y Leticia): los habitantes de ciudades amazónicas son los que más importancia le dan a no desperdiciar alimentos. Un 94,6 % considera muy importante no desperdiciar alimentos al momento de consumirlos.

Sobre la investigación

Esta investigación forma parte de la iniciativa Producción y Consumo Sostenible, que tiene como objetivo apoyar a los gobiernos nacionales en su compromiso de colaborar con los esfuerzos mundiales para mitigar el cambio climático. Cuenta con financiamiento del Ministerio del Ambiente Alemán a través de su Iniciativa Internacional para la Protección del Clima (IKI), con WWF-Alemania.

Fue realizada por el área de investigaciones de la agencia Sancho BBDO. Implementó una metodología mixta de dos fases. Una primera fase cualitativa de profundización de la realidad de los colombianos frente a la alimentación sostenible con tres herramientas metodológicas InHouse Observation, ensayos fotográficos y entrevistas a profundidad con un total de 47 entrevistas en todo el país.

La segunda fase cuantitativa de entendimiento de una realidad con una herramienta de encuestas digitales aplicada a hombres y mujeres mayores de 18 años que fueran decisores de compra de alimentos en el hogar. Ambas herramientas metodológicas se
realizaron en Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Medellín, Florencia, San José del Guaviare y Leticia.

¿Qué pueden hacer las personas frente al desperdicio en sus hogares?

Lo esencial es ser conscientes de qué y cuánto desperdician en su casa con mayor frecuencia, así podrán tomar medidas para evitar el desperdicio.

Una forma de hacerlo es poner una hoja de papel cerca de la caneca y anotar durante una semana cada vez que se arrojen desechos de comida. Así podrán ver dónde está la mayor frecuencia e implementar medidas:

1. Si la mayor frecuencia de desperdicio está en las sobras de los platos es importante
reducir las porciones. Una buena forma de hacerlo es que cada miembro de la familia se sirva directamente lo que piensa que sí se va a comer.

2. Si la mayor frecuencia está en ingredientes que se dañan o vencen antes de poder usarlos, se pueden implementar varias acciones:

En el caso de los frescos, debe aprenderse cuál es la manera adecuada de almacenarlos.
Muchas veces se desconoce y eso hace que se maduren o dañen más rápido.

Por ejemplo:
– Los bananos deben almacenarse lejos de otras frutas. Si se cuelgan, mejor.

– Las hojas verdes como lechugas y espinacas pueden almacenarse sacando las hojas y dejándolas envueltas en un paño seco en la nevera. Esto absorbe la humedad.

Las papas deben almacenarse en un lugar fresco y preferiblemente oscuro.
Empacadas en una bolsa de tela pueden durar más y alejadas de comidas de olor fuerte como las cebollas.

En el caso de los alimentos con fecha de vencimiento refrigerados, ubicar adelante los que tengan la fecha más próxima. En los de alacena, poner una hoja con las fechas de vencimiento para recordarlos.

3. Si los alimentos que más veces se desperdician son los olvidados en la nevera, hay dos alternativas:

– Los trozos (un pedazo de tomate, un poco de cebolla, una zanahoria blandita). La mejor alternativa es quitar con un cuchillo las partes que estén evidentemente dañadas y hacer una sopa de verduras. Muchos ingredientes también se pueden asar con un poco de aceite para incluir más vegetales o frutas en el plato.

– Sobras de comida: lo ideal es usar las sobras del almuerzo en la cena o al día siguiente.
Una manera creativa de usarlas es ponerlas en un sartén a asar y luego añadir huevos revueltos para hacer una gran tortilla. Otro clásico colombiano es el calentado. En Internet hay cientos de recetas para ponerse creativo y evitar que la comida llegue a la
caneca.

Al ir de compras

Uno de los aspectos menos tenidos en cuenta a la hora de pensar en el desperdicio de alimentos son los hábitos de compra, y justo allí en supermercados, fruvers y tiendas es donde una gran cantidad de alimentos terminan en la basura. Por eso, en el momento de hacer la compra:

● Al comprar alimentos frescos como frutas y verduras – los más desperdiciados en Colombia – se recomienda hacerlo con más frecuencia, en vez de una gran cantidad que corre el riesgo de desperdiciarse en casa.

● En el lugar de compra debe evitarse manipular en exceso los alimentos para verificar su estado de madurez; el color puede ser un buen indicativo en algunos casos. Tocar demasiado alimentos frágiles como las verduras y las frutas termina
haciendo que se dañen más rápido.

● Fijarse en las fechas de vencimiento y no comprar siempre la fecha más lejana, si se va a consumir pronto. Tenemos por costumbre elegir la fecha menos próxima, pero si el alimento se consumirá en los próximos días, es una buena práctica, que
incluso puede favorecer el bolsillo, pues suelen venderse con algún descuento.

● Preferir alimentos sobremaduros – como un banano con manchas o una papaya blanda- puede evitar que el vendedor los saque de la exhibición y terminen en la caneca. Si no se quieren consumir frescos, son ideales para preparar una receta.

Datos sobre la relación entre los alimentos y la crisis ambiental

● Un informe elaborado por WWF y Tesco, publicado en julio del 2021, calcula que cada año aproximadamente 40% de todos los alimentos cultivados a nivel global no se consumen. Esto equivale a 2.500 millones de toneladas de alimentos que
dejan de consumirse.

● Nuestros sistemas alimentarios no están haciendo que las personas estén saludables: a nivel global 690 millones de personas pasan hambre, mientras que más de 2.000 millones son obesas o tienen sobrepeso.

● La producción de alimentos utiliza el 34 % de la tierra y el 70 % del agua dulce, es decir, depende de la naturaleza, pero al mismo tiempo impulsa la deforestación y la conversión de ecosistemas naturales, la pérdida de biodiversidad y la erosión del
suelo.

A la vez, causa alrededor del 29% de todas las emisiones de gases efecto invernadero, causantes del cambio climático.