Del timbo al tambo – José Ricardo Bautista Pamplona #Columnista7días

ricardo bautista columnistaDe aquí para allá, así andan por estos días los candidatos tratando de armar novedosas estrategias con las que logren convencer nuevamente al desencantado electorado.  

Muchos de los llamados representantes del pueblo que hicieron promesas de papel, andan mirando como recomponer su imagen desgastada, ante la inoperancia de sus acciones y el incumplimiento de lo prometido en sus campañas, producto de un discurso armado por expertos, pero distante de los candidatos, tan distante que jamás lo entendieron y mucho menos lo pudieron interpretar.  

Este, por supuesto, no es el caso de todos y como en otros temas nunca se puede generalizar, toda vez que las obras, únicas evidencias ciertas que hablan por cada individuo, favorecen a un minúsculo grupo de políticos quienes ejercen esta actividad con decoro, amén de importantes proyectos diseñados, calculados, defendidos y cristalizados en favor de las comunidades.  

Los partidos en Colombia están clasificados en   varios grupos y cada uno profesa una filosofía, redactada por versados literatos dueños de una prodiga prosa, en cuyas consonantes se refugian, según afirman sus militantes, el objetivo misional de los mismos.   

Así las cosas, ante la ley todos los partidos son una ideología política y jurídica que defiende sus postulados, pero, ¿será que si se cumple a cabalidad tan bellas composiciones poéticas? Veamos.  

En la mitad del siglo XIX comenzaron a estructurarse los partidos políticos tradicionales de Colombia. Primero fue el Liberal, creado en 1848 planteado por José Ezequiel Rojas y en el año siguiente, 1849, Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro, redactaron el programa correspondiente al Conservador.  

Pero, durante el siglo XX muchos colectivos no simpatizaron con las propuestas del Partido Liberal ni del Conservador, ocasionando el surgimiento de nuevas corrientes partidistas como: la Unión Republicana, la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria, fundado en los años 30 por Jorge Eliecer Gaitán, la Alianza Popular Nacional ANAPO, promovida por el general Rojas Pinilla durante el Frente Nacional, el Partido Comunista de Colombia, el Movimiento Unitario Metapolítico de Regina Once, el Movimiento de Salvación Nacional, enarbolado por Álvaro Gómez Hurtado, la Nueva Fuerza Democrática, creado por Andrés Pastrana, la Alianza Democrática M-19 y la Unión Patriótica UP, entre otros.   

Y si realmente estos grupos se han creado basados en ideologías, echemos un vistazo a lo que dicen sus principios y conozcamos un poco más sobre el surgimiento de nuevas corrientes que pululan en medio de la prosa, como cuando el fuego se expande por el trigal y devora la estancia, en tanto que nos limpiamos un ojo.  

El liberalismo, por ejemplo, habla de la libertad individual, la igualdad ante la ley, y una reducción del poder del estado. Los liberales acabaron con las políticas mercantilistas y las barreras al comercio, promoviendo el comercio libre y la libertad de mercado.   

El conservador condena todo acto que vaya en contra del orden constitucional, la legalidad, la moral, la igualdad, la tolerancia, la propiedad y la civilización, sea quien fuere el que lo haya cometido. 

Sin embargo, estos dos partidos ocasionaron el más cruel enfrentamiento entre sus militantes y dividieron tanto a la comunidad, que llegaron a matarse unos a otros por el solo hecho de llevar puesto alguna prenda que identificara su partido; nada distinto a lo que acontece hoy día en la guerra absurda de las redes sociales promovida por los titiriteros que, escondidos detrás del Twitter, crean grandes bodegas con influenciadores pagos para armar los incendios y motivar los comités de aplausos, generando odios y rencillas irreconciliables.    

Pero esa división ha seguido oronda su marcha, razón por la que, con el tiempo, han seguido llegando más partidos para enarbolar quimeras pasajeras, como las espumas descritas en el pasillo de Jorge Villamil Cordobés.  

Cambio Radical se remonta a 1997 cuando un grupo de ex galanistas se separaron del partido Liberal Colombiano para fundar una organización política con el objetivo de dar, según ellos, un cambio político radical al país.  

El Polo Democrático Alternativo (PDA) surgió como un partido político de centro izquierda, con una orientación política progresista, defensores de los derechos humanos, cuyo resultado es la unión del Polo Democrático Independiente (PDI), con el movimiento Alternativa Democrática.  

Así mismo llegó el partido MIRA, cuyo designio, según afirman sus militantes, es el Miraísmo, conocido como un sistema de valores y principios que rigen comportamientos políticamente virtuosos, orientados al disfrute de la dignidad humana y la calidad de vida de todas las personas.  

Por su parte el partido Verde, creado también recientemente, asume una posición no fundamentalista frente al conflicto colombiano, elevando como principio de su accionar, según afirman a grito herido sus activistas, el trabajo en contra de la corrupción.  

El Partido Social de la Unidad Nacional, conocido como el partido de la U, apoya el desarrollo del estado de bienestar y reconoce a la familia como la base de la sociedad​, y de su mismo creador nació también el Centro Democrático, partido político de derecha​​​​​ fundado en 2013 por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, colectividad que gobierna actualmente los destinos del país.  

Tras la aguda polarización en Colombia surge otro denominado Colombia Humana, un movimiento político de centro izquierda, fundado en 2011 bajo el nombre de Movimiento Progresista, liderado por Gustavo Petro.​   

Está también el Nuevo Liberalismo, que es un partido fundado por Luis Carlos Galán en 1979 como una fuerza disidente del Partido Liberal Colombiano​​, por las diferencias ideológicas entre sus fundadores y el directorio liberal y la intención de èste de apoyar la candidatura presidencial de Alfonso López Michelsen.  

Pero ahí no termina la lista porque la democracia colombiana ha dado paso a la fundación de más y más partidos como: Dignidad, AICO – o movimiento de autoridades Indígenas de Colombia, ASI – Partido alianza social independiente, Maíz – movimiento alternativo indígena, Colombia Renaciente, Partido A.D.A que defiende el Afrocolombianismo.  

Todos los anteriores tienen personería jurídica y existe también otro largo catálogo de aquellos que no la poseen y que han manado en el fulgor de las contiendas, pero que, así como de repente llegaron, de repente han ido desapareciendo, tanto del imaginario colectivo, como de los tarjetones.  

¿Inmenso el abanico verdad? Y eso sin contar con que en Colombia se pueden presentar candidaturas a cargos de elección popular por medio de los llamados «Movimientos Significativos de Ciudadanos» (MSC), que inscriben a sus candidatos a través de firmas y entre los actuales se encuentran algunos de los antiguos partidos y movimientos políticos que perdieron la personería jurídica como es el caso del Movimiento PAIS.  

¿Pero cuál es el motivo para que existan tantos partidos en Colombia?  

La respuesta es sencilla, porque desde antes de Cristo, la carne ha estado en conflicto y al parecer el chip con el que se creó la raza humana viene programado para la disputa del poder, sea como sea, cueste lo que cueste y haya que hacer lo que haya que hacer para lograrlo; ejemplo de ello es el hecho, cuando Caín se llenó de celos y mató a su propio hermano a causa de la vanidad y las ansias de dominio.  

La avaricia de los dirigentes y los partidos políticos que ven en la guerra un medio para conquistar el imperio y retenerlo, la intemperancia de los mismos dirigentes al debatir sus supuestas diferencias ideológico y religiosas, la injusticia social que acrecentó la pobreza, la carencia de empresas y la avaricia de ciertos sectores especuladores que hacen negocios con los conflictos civiles interesados en que éstos se presenten para dividir y vencer parecen ser las causas de las absurdas divisiones que por décadas han tenido a Colombia en la más absurda polarización, reflejada en el surgimiento de tantos grupos, muchos de ellos, flor de un día.  

Y mientras esto ocurre y siguen surgiendo más consignas políticas, los que escogieron este oficio van de aquí para allá, cambiando de color como el camaleón para acomodarse en la rama que más convenga a sus intereses personales, amparados en la absurda frase que reza “la política es dinámica”.  

Mi amigo, mi pana, mi parcero, mi cómplice y hasta mi alma gemela son los calificativos que se utilizan en la luna de miel del efímero poder, pero viene luego la traición, el amague, las estrategias y las intrigas, hasta el punto de vender el alma al diablo con tal de sacar provecho del momento, sin imaginar siquiera que “la camisa no es para una sola postura”, pero, aun así, algunos caen siempre parados, ratificando la funesta consigna que dice “ser pillo paga”.  

Algunos sagaces estrategas utilizan las ya trilladas expresiones: “no más de lo mismo”, “sangre joven”, “llegó la hora del cambio”, “ahora o nunca”, “por primera vez en la historia”, “nunca antes visto”, en tanto que otros dicen: “La experiencia no se improvisa”, “más vale malo conocido que bueno por conocer” o “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.  

Estos hábiles personajes bautizan las circunstancias y las adaptan al momento con maniobras  maquinadas a las que llaman alianzas, en tanto que a la acomodación de fichas la denominan coalición, y van por ahí cambiando de camiseta con asombrosa vivacidad, sin consultar por un momento las sabias premisas escritas en gelatina donde reposan las doctrinas y los principios que supuestamente dieron origen a la creación de los llamados partidos políticos.

“Del timbo al tambo” siguen, entonces, algunos personajes y “del timbo al tambo” llevan a sus borregos en inmensas filas, negociando ideologías por costosas credenciales y masacrando los postulados que dieron paso al nacimiento del dinámico abanico de colores de partidos, donde se desvanece el tricolor de la patria boba y se promueve todos los días la aparición de nuevos caudillos, muchos de ellos hechos a imagen y semejanza de lobos vestidos de oveja o de los que, en esto de la política, laten echados. 

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