El circo que sobrevivió a la pandemia y ahora inicia su gira por Boyacá y Colombia

Después de más de un año de estar varado en Sogamoso, el Gran Circo Extremo continúa su show y llegó con todos sus artistas a Duitama. Algunos de sus personajes cuentan las intimidades que se esconden en una carpa.

El ‘globo de la muerte’ en este circo cuenta con una motociclista: la mexicana ‘Lupe’. Foto: archivo particular

Por algunos días, los duitamenses podrán volver a disfrutar de los malabares, las acrobacias, el globo de la muerte y los infaltables payasos del circo.

En el barrio Cacique Tundama, en la Avenida 42, salida hacia Sogamoso, el Gran Circo Extremo ha instalado su carpa para continuar con su show.

Las funciones de lunes a viernes son a las 5:30 de la tarde y a las 7:30 de la noche. Los sábados y los domingos hay presentaciones a las 3:30, 5:30 y 7:30 p.m. Las boletas cuestan 5.000 pesos para niños y de 10.000 pesos en adelante para adultos.

La mayoría de circos tradicionales son nómadas: se instalan en una ciudad por tres, seis u ocho meses, o hasta un año. El Gran Circo Extremo no es la excepción y en diciembre del 2019 fue a Zipaquirá, luego en enero y febrero del 2020 estaba en Ubaté, pero el ciclo de su estadía allí caducó, por lo que su administrador decidió viajar el 13 de marzo a Sogamoso.

En el barrio Cacique Tundama, en la Avenida 42, salida hacia Sogamoso, el Gran Circo Extremo ha instalado su carpa. Foto: archivo particular

Allí esperaban poder entretener a la población sogamoseña durante un mes, para después visitar Tunja, Yopal y Villavicencio; sin embargo, estando a punto de abrir telones para presentar sus actos, inició el toque de queda y el confinamiento obligatorio por el COVID-19, por lo que no pudieron hacer la función de inauguración en la ciudad.

Con la disminución de los casos de COVID, y después de más de un año de pasar penurias y vivir de la solidaridad de algunos sogamoseños, el circo volvió a realizar su espectáculo en junio y julio de este año en Sogamoso, con todos los protocolos de bioseguridad. Ahora, ha reiniciado su gira por Boyacá, en Duitama, donde permanecerá por algunas semanas.

La vida del circo contada por sus artistas

Nacer en una familia acomodada es una fortuna, pero llegar al mundo en cuna de familia circense, no tiene precio.

Así lo cuenta Guadalupe Ricci, más conocida como ‘Lupe’, una mexicana de 41 años, quien, de generación en generación, aprendió el verdadero significado de lo que para ella es vida: el circo.

Diferentes tipos de malabares se pueden apreciar en el espectáculo circense. Foto: archivo particular

Los malabares la recibieron entre aplausos y risas. Al ser la especialidad de su familia, ella debía continuarla, sin embargo, siendo la cuarta generación en el circo, decidió a la edad de 7 años incursionar con diferentes números, siendo trapecista, equilibrista, arealista, domadora de animales e incluso, motociclista.

Entre tantas actividades, ‘Lupe’ logró encontrar su especialidad: ella sobresalía en el arte de las contorsiones, podía doblar su cuerpo y asemejar 18 figuras del abecedario.

Pero su elasticidad no la acompaña actualmente: debido a su edad, le es imposible realizar cualquier tipo de extrema flexión, así que, al haber nacido y crecido bajo una carpa, decidió seguir en el mundo del espectáculo con otros números menos arriesgados, por esta razón, ahora pertenece al show de las motocicletas en el ‘globo de la muerte’.

Guadalupe es madre de tres hijas y dos de ellas pertenecen al staff de artistas de El Gran Circo Extremo.

Un de ellas, Princesa Castillo, de 21 años, es gimnasta rítmica, bailarina y trapecista. La otra, Dolly Castillo, de 15 años, es alambrista, lanzadora de puñales y domadora de animales.

‘Lupe’ ha dedicado su vida entera a ser circense: sus abuelos, padres, hermanos y, ahora, sus hijas pertenecen a una completa generación de artistas.

En Duitama el circo estará algunas semanas y seguirá su gira por Boyacá. Foto: archivo particular

Su amor por esta industria es tan grande que, si pudiera volver a nacer, elegiría una vez más ser circense, y es por eso mismo que su voz se quebranta al contar cómo se está viendo afectado el circo, cómo infinidad de personas están pasando hambre y calamidades por no tener con qué sostenerse económicamente, puesto que, su vida financiera constaba de la taquilla diaria de los eventos.

Eros Ortiz es un colombo-venezolano que actualmente forma parte de El Gran Circo Extremo. Viene de una familia circense y desde pequeño decidió seguir con esta labor, que para él significa continuar con su legado familiar.

Recuerda su niñez y extraña aquella época en donde los colombianos apoyaban su arte, disfrutaban los espectáculos y esperaban el momento en que se presentara un nuevo circo en sus ciudades.

Además, afirma que la cultura circense varía dependiendo el país, pues al ser colombo-venezolano y conocedor de la cultura latina, hace la comparativa y señala que antes de la pandemia, en Venezuela las personas apreciaban el arte de manera distinta, pues a pesar de la crisis económica que atraviesa el país, estos espacios de entretenimiento llenaban todo el cupo en cada una de sus funciones.

También señala que México es la capital del circo, pues allá en una sola cuadra puede haber tres carpas instaladas y las tres estar repletas de aficionados, pero en Colombia, los circenses deben implementar estrategias para lograr que la población asista a sus shows.

La fórmula para atraer al público, según Eros, es dejar la entrada a 5.000 pesos.

“Aquí la gente come del cincomilazo: hasta que no pongamos la entrada del circo a 5.000, no vienen. Hasta yo lo he escuchado, que, si el circo empezó el viernes y estamos a domingo, dicen: «no, yo voy a esperar que pongan la entrada a 5.000, cuando ya se vayan a ir»”, dice Ortiz.