Es una galería en medio de árboles y diferentes plantas, con el eterno concierto de un río, un sitio que combina historia y naturaleza al que llegan visitantes de todo el mundo de visita e inclusive a hacer rituales como el del solsticio de verano o el del helecho macho. Eso es la finca del pensamiento y la libertad.

Está a orillas de río Pómeca, en la vereda Rupavita del municipio de Arcabuco, rodeada de montañas de Sotaquirá y de Iguaque, custodiada por dos deidades: la Bachué, a la que se le considera en la mitología Muisca como la madre de la humanidad y la Diosa del agua, el líquido vital, ese del que depende la vida y que corre por esta finca de manera natural.
Llegar es muy fácil: quienes transitan por la vía Tunja-Moniquirá sienten curiosidad al ver la cabeza del libertador Simón Bolívar, la más grande del mundo, expuesta en la entrada de la Finca Museo del Pensamiento y la Libertad, justamente un kilómetro antes de llegar al municipio de Arcabuco. No se tiene un cobro o boleta de ingreso, los visitantes hacen un aporte voluntario de acuerdo al valor que le dan al sitio.
Es un lugar único en Colombia. Son tres hectáreas y se hace un recorrido guiado durante un poco más de una hora, pero además hay quienes van hasta ese sitio a hacer ejercicios de meditación y contemplación. Es la primera galería a cielo abierto del país con estatuas, esfinges, obeliscos y otras piezas que en total son 70 obras expuestos.
Las obras están elaboradas en piedra, bronce y en alabastro modelado: El Cacique Tundama, La Princesa de Moniquirá, el pedestal de Julio Flórez, El Partenón Bolivariano, La diosa ‘Bachué’ y La Venus de Milo (estatua consentida del artista, por ser el icono de la escultura universal), son algunos de las piezas que el visitante podrá ver en este escenario en el que se evidencia el patriotismo de su fundador.
Se dice también que es un campo magnético precisamente por su ubicación geográfica. En la finca del pensamiento y la libertad cada año se celebra la noche de San Juan Bautista, que es uno de los pocos santos a los que se les conmemora su natalicio y todos los 23 de junio se celebra el solsticio de verano y esa misma noche se realiza un ritual del helecho macho elemental del esoterismo.
Su propietario, el artista, escultor e historiador chiquinquireño Eduardo Malagón Bravo, incluso se ha intentado crear un festival internacional del helecho macho que es una tradición de más de 30 años a la que llegan personas de diferentes países a celebrar ese ritual en torno al helecho que es uno de los componentes junto a los robles y musgos que se constituyen en los protectores del agua no solo en esa zona, sino en diferentes partes del mundo entero.
El lugar está abierto al público especialmente los fines de semana y festivos, sin embargo entre semana se atienden visitas de colegios, universidades y empresas. Para visitar el sitio, independientemente del día es mejor comunicarse antes al celular 313-3761727 o al correo electrónico [email protected]