[Infografía] Muro de Berlín, 60 años: ¿protección o vergüenza?

Hace seis décadas Berlín comenzaba a vivir una de las acciones humanas más cruentas de la historia moderna, luego de que las naciones occidentales (EE. UU., Reino Unido y Francia) y la Unión Soviética, que ocupaban la Alemania de posguerra, decidieran construir un muro que partió en dos la capital germana. Hoy el muro no existe, pero sus restos incitan a una profunda reflexión sobre la infamia de la guerra.

Con información de la Agencia EFE

Berlín recuerda este viernes, el 13 de agosto de 1961, día en que se inició la construcción del muro que partió la ciudad hasta 1989 y cuyos restos son ahora objeto de curiosidad para el visitante o de reflexión sobre la traumática división.

Dos meses después de que el jefe de Estado de la Alemania comunista Walter Ulbricht asegurara, el 15 de junio, que «nadie tiene la intención de construir un muro», Berlín amanecía dividida por postes de hormigón con alambres de espino y barricadas levantadas desde el sector oriental con trozos de asfalto y adoquines.

Los ciudadanos eran testigos atónitos ese día de los preparativos de los que cinco días después, el 17 de agosto, sería el inicio de una división cimentada a través de un muro, que se iría ampliando, modernizando y perfeccionando hasta el año de su caída, en 1989, para cumplir su cometido de evitar la fuga desde la Alemania comunista.

Durante más de 28 años, los 156,4 kilómetros de muro constituyeron una representación física del «telón de acero» que dividió Alemania y Europa y fueron escenario de al menos 140 muertes, pero también de al menos 5.075 fugas exitosas.

Casi 44 kilómetros transcurrían por el medio de la ciudad, los 112 restantes rodeaban como un corsé el Berlín Occidental por el norte, el oeste y el sur.

Hoy, sesenta años después de su construcción y casi 32 desde su caída, la historia del llamado muro de la vergüenza sigue atrayendo a millones de turistas y curiosos cada año.

Los restos del muro, parte del paisaje urbano

Los restos más conocidos que quedan en pie se encuentran entre otros lugares en la llamada East Side Gallery -1,3 kilómetros de muro con grafitis de diversos artistas, entre ellos el famoso ‘beso de tornillo’ entre los líderes soviético y germano-oriental, Leonid Brézhnev y Erich Honecker, obra de Dmitri Vrúbel-, y en la plaza Potsdamer Platz.

El tramo en la calle Niederkirchner Straße -cerca de Checkpoint Charlie, antiguo control fronterizo entre el este y el sector estadounidense-, atrae también a los curiosos, así como los restos en la calle Bernauer Strasse, símbolo de la división alemana por haber quedado partida por el muro y donde se encuentra también el centro de documentación del muro.

Por su ubicación, otros pedazos de muro pasan desapercibidos para turistas y berlineses, como el tramo en el cruce de las calles Dolomitenstrasse y Maximilianstrasse en el distrito de Pankow, en el norte de la ciudad, que el año pasado perdió 60 de sus 70 metros todavía en pie para hacer sitio a un proyecto de vivienda nueva.

El alcalde-gobernador de Berlín, el socialdemócrata Michael Müller, calificó en un comunicado la construcción del muro de «acontecimiento decisivo» para la ciudad y para toda el país.

El muro que marcó la identidad de la ciudad de por vida

Cada 13 de agosto, Berlín recuerda en primer lugar a los muertos que perdieron la vida junto al muro y los alambres de espino, pero también «el sufrimiento humano que causó la división de la ciudad y del país con la separación de familias, amigos y allegados y la pérdida de oportunidades en la vida», dijo.

Llamó a mantener vivo el recuerdo de lo acontecido el 13 de agosto, sobre todo porque las generaciones más jóvenes «tuvieron la suerte de no vivir esta división» y la memoria colectiva les permitirá valorar el concepto de libertad.