No hay peor ciego que el que no quiere ver – José Ricardo Bautista Pamplona #Columnista7días

ricardo bautista columnistaCon ocasión de la celebración de los 482 años de vida republicana de mi querida ciudad de Tunja, la programación incluyó la presencia del afamado estadista, analista y economista Frank Liz, uno de los hombres más acertados en temas de finanzas, tecnología y el comportamiento de los mercados de la bolsa de valores.

Aunque muchas personas participaron de manera gratuita de este espacio que generó la administración municipal, originado desde New York y aprovecharon al máximo las reflexiones y análisis del experto, aún hay mucha apatía de parte de empresarios y líderes por estos temas que son la punta de lanza para entender los movimientos cambiantes del momento y tomar decisiones con audacia y conocimiento respecto a la reconstrucción de las finanzas y las acciones que debemos acometer para estar preparados ante lo que viene.

La actitud indiferente de muchos líderes, empresarios, gobernantes y esa resistencia al estudio y la observación juiciosa, es realmente preocupante, más en una época que requiere de permanente actualización para entender la globalidad, abriendo la ventana del cascarón que permita contemplar la luz y divisar el horizonte.

Durante el espacio académico el experto se refirió a temas de capital importancia y habló sobre la llegada de la inteligencia artificial y su incidencia en el empleo y la brecha profunda que se seguirá expandiendo, de manera inminente, entre ricos y pobres.

De ahí el interés y la atención que debemos prestar todos por la reconstrucción social de las regiones, ya que estos argumentos deben ser el tópico de análisis por parte de quienes asumen los cargos públicos y de los que hoy están al frente de las empresas del sector privado o que, por el carácter de su roll, tienen alguna influencia en las comunidades.

Para muchos expertos la tasa anual del crecimiento de la economía en el año que está en curso va a ser negativa, y en líneas generales todos coinciden en la urgente necesidad de preparar a los ciudadanos, y en especial a los administradores para ocasionar espacios que faciliten la recuperación, adaptación y preparación de los territorios sobre el diseño  apremiante de proyectos de inversión y metodologías inteligentes, priorizando áreas como la infraestructura, vivienda, el desarrollo urbano, la agroindustria, las exportaciones, pero por sobre todo, la economía digital.

No obstante la insistencia en estos temas, la mentalidad de muchos funcionarios del estado y de algunos empresarios sigue siendo cortoplacista, porque se niegan a entender que el haber asumido un cargo de liderazgo les obliga a estar al tanto de lo que sucede a su alrededor, pues esa es la única manera de proponer y desarrollar acciones concretas para afrontar, con responsabilidad, las grandes permutaciones que, como dice el estadista Frank Liz, llegaron sin dar tregua.

Los grandes retos exigen de grandiosos cabecillas.  Dirigentes que sean capaces de afrontar momentos inéditos como los que vivimos, por eso es necesario salir de la zona de confort, del chisme y la grosería de las redes, de los agravios del Facebook y el Instagram, de las estadísticas inútiles de los “me gusta” y las manitas arriba o abajo, para tomar ésto con seriedad, fomentando espacios de reflexión que nos acerquen a los puntos donde se encuentran realmente las soluciones.

La apatía a estudiar lo fundamental y esa enfermiza costumbre de aplazar lo importante por atender lo urgente y “apagar incendios”, es un hábito que hace mucho daño en momentos como el que vivimos, un instante que requiere sacar lo mejor de los repertorios para ponerle cuidado a lo que realmente importa, un intervalo que exige a unos y otros la formación, el análisis para anticiparnos a lo que viene, o mejor aún, a lo que ya llegó y está frente a nuestros ojos.

La enclenque costumbre de estar pegados a los móviles para mirar la aceptación o no de los gobiernos o los líderes del sector privado a través de injurias, calumnias, términos desobligantes y crítica mordaz nos sigue haciendo mucho daño, y la actitud displicente de funcionarios, empresarios, industriales, legisladores, y en general de todos los que tienen que ver con la dinámica social es realmente alarmante; porque muchos de ellos siguen mirando el árbol que les impide contemplar el bosque, y lo más grave, continúan encerrados en un cascarón diminuto y oscuro donde se halagan unos a otros y se conforman con el aplauso postizo de sus hábiles aduladores.

Debemos despertar porque lo que llegó y lo que viene es más serio de lo que podamos imaginar, como el inminente arribo de la robótica que, según el estadista Frank Liz y como él otros analistas, insisten en señalar que la cibernética sigue avanzando sin pausa, y en poco tiempo llegará a tomarse definitivamente el mundo, reemplazando la mano de obra y desplazando a millones de personas que a causa del golpe que dará la automación, perderán sus empleos, ocasionando una emergencia más grande que la misma pandemia y las variantes que estamos sufriendo.

Para los que no sabían, me permito informarles que ya se están construyendo las estaciones de taxis aéreos y que las máquinas ya están programando en su catálogo nuestro pensamiento, porque ellas van millas adelante y hace décadas vienen descifrando lo que cavilamos,  en tanto que nosotros seguimos pegados al chat, a las disputas inútiles, a la figuración y el protagonismo, a las críticas desaforadas, a la desinformación, a las prácticas del menor esfuerzo, a las mentiras de los que astutamente manipulan el comportamiento humano, y a esa pereza mental que nos arrastra sin clemencia hacia el abismo.

Hay muchas posibilidades servidas a la mesa y solo la creatividad, el ingenio y esa “malicia indígena” de la que tanto hablaban los abuelos, facultades que jamás podrá tener la robótica, nos servirán de tabla de salvación, porque al igual que los sentimientos que mueven lo espiritual, eso nunca será afín a los artefactos y es ahí donde debemos trabajar con ahínco y prontitud, en especial para atraer a los incrédulos que, como Santo Tomas, hasta que no se quemó en las llagas de Cristo, no creyó.

En los millennials está también esa gran encomienda. En esta generación de jóvenes reflexivos, críticos, exigentes y analíticos que llegaron con un pensamiento renovado e interconectado con la información, quizá porque nacieron en la era de la tecnología y lograron entender de manera rápida el uso de las herramientas cibernéticas para no depender de los cargos de la política, ni repetir errores como la mentira y la corrupción, sino todo lo contrario, generar nuevos emprendimientos y otras maneras de incentivar la economía a través de la explotación óptima del pensamiento, la utilización adecuada de los recursos naturales, la indagación sobre la verdadera espiritualidad y el aprovechamiento del sub valorado talento humano.

¡El cambio llegó y solo quienes lo asuman con respeto, sensatez y responsabilidad, podrán pasar a la otra orilla donde están las oportunidades, por eso, menos «carreta», menos redes que atrapan en sus afilados tentáculos a los desprevenidos incautos, menos indiferencia, menos mecenas calculadores y más estudio, más análisis, más contenidos útiles y valiosos en la internet, más formación para el surgimiento de nuevos líderes y más espacios como el que se generó el pasado 6 de agosto en Tunja para lograr desenredar esta maraña y comprender realmente que, el reto es ahora y aquí!!

-Publicidad-