Por estos días de fechas clásicas de conmemoración, siempre he manifestado mi rechazo por la sistemática postura de algunos eruditos, en esta ciudad de Tunja, al querer ignorar hechos preponderantes ocurridos de manera cierta y que enriquecerían nuestro patrimonio histórico.

Es el caso de la Entrada Triunfal del Ejército Libertador a Tunja, entre el 4, 5 y 6 de agosto, cuando después de ese maravilloso triunfo sobre los españoles en Pantano de Vargas, las tropas, al mando de Bolívar y Santander, fueron recibidas con júbilo desbordante por sus habitantes en 1819. Pero además la declaratoria de Simón Bolívar a Tunja como Ciudad Heroica y Taller de La Libertad, por ser el epicentro de las gestas libertadores de la misma Nueva Granada, de Venezuela, Ecuador y Perú.
Como si esto fuera poco, se siguen manteniendo de forma caprichosa y terca, símbolos que no nos representan, pero que si demuestran, sumisión manifiesta, cuando, por ejemplo, se entona el Himno de Tunja, y siempre, siempre, la primera estrofa es la única canturreada, en alabanza a Carlos V, el Emperador, con toda su artillería y su reafirmación arrogante y déspota.
Hagamos el ejercicio de leer con atención cada una de las estrofas y reflexionar cuál expresa mejor en sus líneas, el sentir de tunjanos; hijos de esta Ciudad Heroica y Taller de la Libertad, como reza en la segunda estrofa, o las hermosas metáforas, en la tercera, que exaltan y proyectan a Tunja, a la inmortalidad:
Himno de Tunja
Coro
Salve ilustre Villa de historiado escudo,
de pétreos blasones, muy noble y leal,
Patria de los zaques y glorioso nudo
entre el sol de Vargas y el de Boyacá.
I
Te dio Carlos V por armas tonantes
las que ennoblecieron Castilla y León:
águila bicéfala, leones rampantes,
torres almenadas, granada y toisón.
II
Arca de leyendas de galantería,
asiento de hidalgos de férrea virtud
y taller de libres, Bolívar un día
te llamó en sonora voz de excelsitud.
III
De tu suelo un nido, los Andes hicieron
para los cóndores de la Libertad
y los potros ágiles, de Arauca fundieron,
en tus riscos huellas de inmortalidad.
El ejercicio de enseñanza de nuestro himno, debe hacerse de manera urgente a nuestros estudiantes y a la comunidad en general, pero que primero se entienda el mensaje del poema, luego se interprete con alegría, con sentimiento puro y de orgullo como expresión genuina de fiesta patria.

En cuanto al escudo de Tunja, es simple y sencillo denunciar con absoluta responsabilidad, que es una copia exacta del escudo heráldico de la ciudad de Toledo en España, impuesto por la Monarquía Española, en tiempos de dominación. En ese escudo, aparte de los componentes españoles, se muestra un cordero ahorcado en una cadena de oro, quizás la única alusión a nuestro pueblo, que sería la ostentación, como trofeo de la Corona Española.
Vale la pena hacer claridad en estos temas, más aún cuando por estos días, una turba de vándalos, devastadores de estatuas y símbolos imperiales, en hordas sin control, sin conocimiento, y en aras de supuestamente querer rechazar todo lo que tenga que ver con esa era de opresión, atropellos, saqueo y muerte de “nuestros sabios”, quieren imponernos en medio de su desconocimiento de la historia, su creencia de que el pasado no cuenta, y que solo este presente de rechazos, reclamos y destrucción sistemática, es lo que se debe consolidar en la memoria de una comunidad, frágil y vulnerable en su identidad.
Hagamos claridad, en nuestros jóvenes, construyamos una ‘Generación Bicentenario’, fundamentada sólidamente en el conocimiento de la historia, reforzada o apalancada con simbologías auténticas y nuestras, y no se les exponga a servir de trincheras, por los anarquistas, con fundamentalismo ideológico.

Los símbolos patrios deben tener elementos puros y dignos, que nos representen, que nos estimulen a conocer mejor nuestro pasado glorioso, que nos impulsen a venerar, a amar nuestra ciudad y nos dé fortaleza para defenderla de los depredadores de oficio.
En las circunstancias en que nos encontramos, por los últimos hechos de violencia, y especialmente de derribamiento de estatuas en nuestro territorio, vale la pena hacer una puesta en valor de cuáles son realmente los íconos que nos representan como ciudadanos tunjanos, boyacenses o colombianos, sin intentar justificar esa furia arrasadora del vandalismo indiscriminado, que en algunos casos denota, una manifiesta ignorancia; repito, por parte de los depredadores, como es el caso de la estatua ecuestre de Nuestro Libertador y Padre de la Patria, el general Simón Bolívar de Monumento de Los héroes en Bogotá, o el intento de derribar la estatua del General Santander en Puente de Boyacá.
Mi reflexión, desde mi condición de ‘patriota boyacensista’, se cimenta en un inmenso amor a la Patria, libre pensador; podría decirse, revolucionario, que aspira a lograr un auténtico y nuestro, perfil de identidad tunjana.
Por:
Eduardo Malagón Bravo,
patriota boyacensista.