Duitama, entre la desesperanza y la expectación – José Ricardo Bautista Pamplona #Columnista7días

Unos en sol y otros en sombra, para utilizar términos taurinos, contemplan el mortal juego en la arena y por supuesto hay quienes permanecen atrincherados alborotando las barras desde el burladero.

Así está la muy querida ciudad de Duitama en donde la Divina Providencia me permitió sembrar sueños que florecieron luego, haciendo honor a la primera frase consagrada en su himno, compuesto por el entrañable amigo Fernando Soto Aparicio y Luis Martín Mancipe Briceño. «Tierra florida de Duitama donde la patria es fruto y paz»…

Un emporio que en los albores de sus más lúcidos instantes fue protagonista en la escena regional y nacional con el surgimiento de personajes de alta estirpe que, no solo le prodigaron la connotación de ciudad cívica, sino la afianzaron como puerto transportador e industrial, protagonista de una dinámica económica que ocasionó la aparición de importantes empresarios para quienes la disciplina, el respeto y el sacrificio fueron siempre doctrina y derrotero.

Duitama se convirtió también en la meca de la cultura con la implementación de procesos formativos que dieron paso a grandes figuras en la música, la danza, las artes plásticas y las letras, y el deporte brilló con luz propia con el triunfo de aplaudidos pedalistas, tenistas, fondistas, en tanto que la creación de un Pueblito atrajo la atención de miles de visitantes que llegan hoy a la mágica urbe atraídos por el enigmático lugar de las réplicas, el arte y el turismo.

Pudiera quedarme horas describiendo las bondades de ese bendito suelo y las cualidades de su atesorado recurso humano; sin embargo mi deseo va más allá de dibujar con nostalgia afortunados episodios de esta metrópoli que hoy pasa por uno de sus capítulos más oscuros a causa del apetito incontrolable de algunos caudillos, para quienes el poder no solo es la exquisita presa que logra saciar por un instante su desaforada gula, sino la manera de hacerse célebre dentro de la comarca para subyugar a sus «amigos» y gobernados.

Luego de la muy anunciada y presagiada destitución de la alcaldesa Constanza Ramírez Acevedo, quien como lo dijo Boyacá Sie7e Días momentos después que fuera elegida, “Duitama se quedará sin alcaldesa”, y no porque tuviera nada en contra de ella, sino ejerciendo el periodismo serio, que dice las cosas a la luz de las leyes y la lógica, la ciudad ha esperado con abnegada paciencia las determinaciones de las altas cortes, las calculadas ternas y los encargos que, como era de esperarse, avivaron aún más el desconcierto y la desesperanza de los duitamenses, y más en medio de una crisis económica sin precedentes originada por la pandemia.

Llegaron entonces los también profetizados relevos en los cargos públicos y el arribo de nuevos funcionarios, unos muy conmovidos porque por fin se les cumplió el anhelado sueño de la “palomita” en la administración de su ciudad y otros un poco más fríos y calculadores, con directrices claras frente a las próximas contiendas electorales, y el furor de los nombramientos y la «gabinetología», más el boom de la noticia sobre los nuevos empleados públicos, volvieron a distraer el propósito por encontrar la luz que le permita a Duitama enderezar el camino y mirar hacia el horizonte donde están las consignas de progreso y desarrollo.

Ahora llega otra contienda electoral y los ciudadanos que han soportado la cruda realidad de la emergencia sanitaria, el desmoronamiento de sus empresas, el desempleo, la partida de sus seres queridos y el hambre, son convocados una vez más  a elecciones atípicas y a contemplar con impotencia las pullas, los debates sin argumentos, el forcejeo por el poder, las estrategias maquiavélicas de los «que laten echados» y de otros con menos mañas, las invitaciones a ruedas de prensa de los candidatos, quienes por fin se volvieron a acordar de los medios, las agresiones verbales y el calor propio de las campañas políticas donde todo se vale.

La ciudad está entre el desaliento y la frustración. Desaliento por la interinidad, por el traumatismo de los procesos y el aplazamiento de propósitos con los que se hubiera podido vencer la adversidad del inédito momento y la frustración de otros que no pudieron gobernar y a quienes su periodo se les redujo a mínimos tiempos nunca antes sospechados.

Las culpas entre los de aquí y los de allí se volvieron el pan nuestro de cada día y el rencor y la soberbia pululan por calles y corredores, donde cada quien ha tomado posiciones para acomodarse en alguno de los bandos, buscando responsables de lo que se veía venir desde el momento mismo en que en el improvisado aforo del acto de posesión, algunos soterradamente aplaudían el discurso con cierta risa burlona porque sabían que ese reinado duraría muy poco.

Pero, mientras esto ocurre, hay un pueblo que clama por el surgimiento de nuevas oportunidades y el hallazgo de esa brújula refundida que les señale el sendero. Un pueblo ávido de soluciones, de empleo, de gobernanza y orientación serena, de designios estratégicos con los que se puedan rehabilitar las fuerzas para surgir como el ave fénix de entre las cenizas y levantar el vuelo.

Hay un pueblo que clama a gritos que Duitama vuelva al liderazgo que en otrora le dio a la ciudad importancia y lucimiento en los círculos nacionales e internacionales, un pueblo que seguramente volverá a comparecer a las urnas en medio de la zozobra, el desencanto y el anhelo infinito por volver a vivir en la ciudad culta, industrial y transportadora, esa misma a la que en algún momento se atrevieron a llamar “capital cívica del mundo”, en medio del orgullo que produjo el haber respondido con lujo de detalles a los recordados campeonatos mundiales de ciclismo.

Lo que si es cierto, es que al edificio administrativo ubicado en el emblemático Parque de los Libertadores, llegará sangre nueva quizá para dar oxígeno a los moribundos sueños que agonizan en medio de las encarnizadas disputas, o para recuperar la credibilidad de aquella «perla» que brillaba con luz propia en el concierto de la patria.

Sus muy orondos y aguerridos líderes, nacidos o no en esta bendecida comarca, tienen una enorme deuda con este bello puerto donde, pese a todo, aún «palpita con su llama el corazón de Boyacá».

Que amanezca pronto y cese la tormenta mi muy recordada y amada Duitama.

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