Rosa de los recuerdos
Tomé esta bella flor para aprisionarla entre mis manos
y al ver la hermosura de sus pétalos encarnados
bebí de los seres de la vida en la corola abierta de los años,
dulzuras, amarguras, alegrías, desengaños.
Quise detenerla en escarlata claro
como niña inocente a los quince años
y envolverla en la túnica de la primavera
cual angélico recuerdo de la edad primera.
Con cuántas ansias la seguí mirando
y evoqué sus cristalinas gotas de rocío
y cara a cara estaba el amor mío
del verbo amar sus formas conjugando.
Al volver por la senda florecida,
sus pétalos ofrece al peregrino
con la nota esencial de pan y vino
para libar allí el néctar de la vida.
Ahora te encuentro en el florero amado,
sus gotas escanciando de su corola rota
con las huellas que deja cada gota
en el mustio rincón del olvidado.
Gilberto Ávila Monguí