Me consuelo con verte madre mía,
aunque tu cuerpo languidece,
aunque tu respirar se encuentre fatigado,
aunque tus labios mi nombre no pronuncien,
aunque tu oído mi voz no escuche.
Me consuelo con verte,
porque si vislumbra un destello
de luz en tu mirada,
habrá un fulgor
que alumbrará mi senda,
habrá quien me señale
caminos de esperanza,
habrá quien despeje mis tinieblas.
Me consuelo con verte madre mía,
aunque ahora, bordada
en un sendero florecido,
tus ojos tiernos,
arropados por eternos rayos
y adormecidos por el tiempo,
ya no despierten.
Autora: Beatriz Pinzón de Díaz