A mamá
Desciende madre de tu ancho cielo,
tus alas, tu azul plumaje
obsequia alzar la vista,
concebir penas bañando la pupila
verte querubín sonoro y persistente
en vuelo sobre el camino que ando.
Ángel de la guarda
en estos tiempos tampoco tú estás a salvo.
Oh… madre, dejaste tierno el jardín de casa
tanto amor y en mi tanto empeño
que parado en esta esquina desperdicio
haciendo reliquia los momentos.
Ven como golondrina:
préstame dos alas o guaréceme del desierto,
dame la mano hasta subir a tu estela
o déjame de bruces caer al asfalto
adonde con tiza dibujaran tu cuerpo:
deja espíritu este hijo balbucear en tu consuelo.
Madre, si mañana despierto y
en cada botón que abre el rocío te devela,
comprenderé que no te has ido,
y atrapada en el capullo
tu sonrisa fragante a florecer ha vuelto.
Arturo Naranjo