Personas y personalismos – Carlos David Martínez Ramírez #ColumnistaInvitado

Cuando los ciudadanos votan por alguien escogen una serie de propuestas, un programa, incluso podríamos decir que una ideología. Esto se desdibuja cuando los ciudadanos no leen los programas ni los planes propuestos por los candidatos, cuando no se desarrollan debates o los mismos son muy limitados para que los electores puedan identificar las diferencias, matices y contrastes.

Weber señalaba que cuando el poder no se legitima por una racionalidad técnica sino por el carisma de las personas estamos enfrentando una democracia premoderna, lo que hoy denominamos caudillismo.

Claro que el caudillismo lo hemos vivido en Colombia en diferentes momentos de nuestra historia, incluso antes de Weber, cuando los gamonales llevaban a sus ejércitos y trabajadores a cargo en fila a votar.

En nuestra historia reciente, pasamos de un bipartidismo en el que la maquinaria se asociaba con la adhesión a un partido, a una apertura democrática que nos llevó a tener más de 90 partidos políticos en la década de 1990, para, después, con el requerimiento de alcanzar un umbral, limitar la cantidad de partidos.

Si el bipartidismo llevó a temporadas de violencias extremas, hoy muchos analistas reclaman la necesidad de tener partidos políticos fuertes; en este orden, quiero agregar: necesitamos ideas políticas con contenidos enriquecidos.

La educación debe motivar a la ciudadanía a reclamar ideas políticas que no se limiten a los argumentos ad hominem, es decir, a descartar las ideas argumentando en contra de la persona que las emite. Esta es una superficialidad que no debemos permitir.

No quiero posar como un intelectual al que le estorba la superficialidad, la banalidad hace parte de nuestras vidas y tenemos que saber lidiar con esto; no se trata de enredarnos con ideas complejas o términos difíciles, claramente hay que saber llegarle a la audiencia de acuerdo con sus códigos y léxico, pero no es corrector partir del supuesto de que la mayoría de las personas son ignorantes que no son capaces de leer más de 140 caracteres.

Hoy la ciudadanía está llamada a despertar su pensamiento crítico, es altamente probable que quien se ubique en un espectro político particular va a defender que ser crítico es pensar igual a él o ella; para no alargar esta discusión la invitación será entonces a pensar por nosotros mismos, elemento clave en la democracia, de acuerdo con Estanislao Zuleta citando a Kant.

Un ejemplo de las implicaciones de la banalidad de los personalismos lo vivimos hoy cuando no podemos limitarnos a señalar un único culpable por lo que ocurre; es más fácil señalar a alguien que analizar la dinámica política, económica e histórica, pero como ciudadanos debemos esforzarnos para tener claro lo que debemos exigir.