Vaticinio presidencial en pandemia – Eduardo Alberto Peález – #ColumnistaInvitado

De acuerdo a los acontecimientos que se vienen presentando en el país, quiero exponer sin tomar partido y sin apasionamientos de ninguna índole, un posible escenario político para las próximas elecciones de presidente de la República.

En primer lugar, la situación complicada de orden público que estamos viviendo no es producto de una reforma tributaria, pese a que esta sobrepasó las condiciones de inconformismo con respecto a todas las de su clase. Colombia, al igual que Venezuela, es un país que viene sufriendo una metamorfosis propia de los estados perezosos, que se acostumbraron a vivir de la economía rentística del petróleo, la corrupción y el narcotráfico.

No hay duda, independientemente de la razón que se tenga, de que esta situación se le está saliendo de las manos, no a este gobierno, sino al sistema implantado por muchos gobiernos de turno.

Hoy en nuestro país se hace más vigente el dicho popular de “que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista” y no quiero ser pesimista, pero este problema social tocó fondo y se necesita mucha ingeniería política para sacarlo a flote.

A corto plazo el presidente Iván Duque, si desea solucionar esta sin salida para que las instituciones no sucumban en su gobierno, debe hacerlo con una propuesta política institucional, mas no de facto desde ningún punto de vista, asumiendo el papel de un presidente independiente, con más acciones que discursos televisivos, sin apartarse de sus pares y al costo político que sea, el reto es grande.

Sin lugar a dudas y si el presidente no cambia su discurso por acciones concretas, la persona con más posibilidades de llegar a la presidencia sería Gustavo Petro. No lo digo porque esté plenamente convencido de que la transformación social que requiere este país, de acuerdo al discurso político que convence, deba ejecutarla Petro. El traumatismo social que vivimos y el que se va a complicar aún más, es producto de la desesperanza de un país agobiado por los problemas suscitados de una clase política corrupta y anquilosada.

En estas circunstancias, el discurso de Petro cae como un bálsamo renovador y progresista convincente, muy parecido al primer discurso de Joe Binde como presidente de Estados Unidos, que, siendo el primer mandatario del país más capitalista del mundo, sigue la línea de lo que pretende un estado demócrata equitativo, muy parecido a lo que plantea la oposición colombiana en cabeza de Petro, y lejos a lo que se predica de un estado castrochavista.

El mensaje central de Gustavo Petro y lo que ha repetido en distintas ocasiones puede ser viable, pero no confiable. Sin olvidar los retos que se nos presentan, entre los que se destaca la grave crisis social y económica por el coronavirus y el ambiente de polarización política que vive el país por una crisis social sin precedentes, un discurso progresista ofrece palabras de optimismo y fortaleza que reaniman a un sistema democrático desgastado.

En este orden de ideas y de acuerdo a la polarización del país, los grupos de centro derecha colombianos, que con temas como el de la reforma tributaria que se retiró, pudieron llegar a un consenso, también pueden, si se ponen de acuerdo, impedir que la transformación del país se haga en cabeza de Gustavo Petro como presidente. En este escenario, el Centro Democrático tendría que deponer cualquier aspiración con candidato propio a la Presidencia de la República. Por el contrario, y si aspira a que este gobierno tome un poco de respiro, tendrían que apoyar un candidato de coalición que pueda hacerle frente a Gustavo Petro.

En este escenario los verdes no pueden seguir optando por una posición moderada de centro, en razón a que en estas circunstancias estas posturas no tienen cabida, por el contrario, serían un apoyo importante para la centroderecha, siempre y cuando vean en este escenario una posibilidad a la presidencia del 2026, seguramente en cabeza de Claudia López.

Así las cosas, el político que encarna, igual o más que Uribe, la derecha colombiana y que ha sabido aprovechar la indignación del país con la reforma tributaria, es el ex vicepresidente Germán Vargas Lleras.

Su enfoque presidencial, con argumentos más técnicos que políticos en la anterior campaña a la Presidencia, que no resultaron efectivos por su estrategia de ese entonces, resultan valiosos en estas circunstancias para poder hacer los reparos y propuestas con análisis de fondo y cifras concretas a las propuestas de Gustavo Petro. Sin menospreciar las capacidades de otros candidatos de centroderecha a la Presidencia, creo que el único candidato frentero y con capacidades argumentativas para desafiar en un debate a la próxima presidencia, a un Gustavo Petro empoderado y con el apoyo de una Colombia desesperanzada, es Germán Vargas Lleras.

Esta sería una excelente oportunidad para que los colombianos podamos decidir nuestro futuro. El proceso histórico por el que atravesamos es irreversible, aquí debemos tomar una postura, o negro o blanco, de lo contrario quiéranlo o no, independientemente de la animadversión o simpatía que se tenga con Gustavo Petro, este será nuestro próximo presidente.

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