El reto de las clases virtuales en los procesos artísticos y el arribo de innovadoras metodologías

La «nueva normalidad» trajo consigo la adaptación inaplazable a la virtualidad con la entrada sorpresiva a un mundo que antes de la pandemia era solo para expertos y aventajados cibernautas.

Todos, absolutamente todos, hemos tenido que ingresar a este renglón, unos a la fuerza y otros con mucha disposición, pero todos de manera inaplazable nos vimos obligados a entender aquello de las pantallas, los móviles, las aplicaciones y sobre todo el lenguaje que se maneja en esta área.

«Prenda el micrófono, no tiene imagen, no se oye, por favor apague el micrófono», entre muchas otras, son las expresiones recurrentes que han hecho carrera en el universo cibernético, convertido en plataforma de vida para los que tienen que depender de un empleo virtual o los que se han tenido que conectar a este sistema o de lo contario son excluidos del mundo exterior.

Pues bien, en el caso de los maestros encargados de dar instrucción a sus estudiantes en las áreas artísticas como la música, sí que es todo un reto, por cuanto esta disciplina requiere del contacto directo entre profesor alumno y más aún de la práctica del instrumento, porque la teoría llega hasta cierto punto y de ahí a que un niño interprete con experticia un oboe, una trompeta, el tiple o la bandola «hay mucho trecho», como reza el adagio popular. A esto agréguele el alto número de estudiantes por sesión, en una asignatura que por lo general se hace a través de metodologías personalizadas.

La cátedra orientada por un maestro de música es ahora todo un desafío, ya que no solamente se debe enfrentar a las barreras de la conectividad, que como se ha dicho hasta la saciedad, en Colombia son muy grandes, sino al hecho de tener que enseñar un instrumento, por internet, sin que el estudiante tenga en sus manos o pueda manipular este elemento, porque tener en casa una tuba, un saxofón o una trompeta es imposible dado sus elevados costos que oscilan entre los 7 a 17 millones de pesos.

Un poco más fácil resultan los instrumentos de cuerda pulsada como la guitarra, bandola, requinto, o tiple que, aunque los hay de lutier con costos altos, también el mercado ofrece los que se conocen como de «combate”, a precios bajos y fácil acceso.

Los sistemas vocal e instrumental que conforman las mallas curriculares de un proceso formativo musical pueden mostrar sus avances en la medida que el docente logre relacionarse con su estudiante y a su vez el alumno con el instrumento, por lo que éste es quizá el reto más grande en toda la historia de poder mostrar resultados a corto y mediano plazo, so pena de presentarse la deserción del alumno por falta de motivación reveladora.

Delicado tema éste que obliga, si o si, a la ahora llamada alternancia donde se deben agudizar las normas de bioseguridad y más para un estudiante de trompeta, saxofón, tuba o clarinete que requiere del uso de boquillas personalizadas, evitando a toda costa el contagio, pero no solamente en estas organologías. sino en todas, porque el minúsculo e invisible virus de mortal peligro se agazapa en cualquier superficie.

Si los profesores tenían guardado en sus repertorios todo un acervo de dominio interpretativo, ahora sí que tienen que ideárselas, sacando lo mejor de otro repertorio inédito donde se pone a prueba su creatividad y talento como pedagogos, actividad muy distinta a la de ser buen músico, porque una cosa es interpretar con experticia y otra muy diferente enseñar o transmitir acertadamente el conocimiento.

Paciencia, tolerancia, buen genio, disposición, voluntad, ética, honestidad y otra docena más de virtudes se deben poner al servicio a fin de lograr el establecimiento de una metodología certera con la que los niños logren llegar a la interpretación de un instrumento y al dominio de los repertorios.

Sin embargo, y en medio del inédito instante es momento también para nutrir los centros de documentación de las instituciones artístico – culturales con buen material fílmico o escrito y transmitirlo masivamente a los centros educativos como herramienta útil en la realización de tutoriales de dominio general, robusteciendo con esto las videotecas, centros de memoria y archivos didácticos que muchas veces se guardan como “trastos viejos” por parte de los incautos funcionarios de turno, sin saber la inmensa riqueza que representa este insumo en un proceso artístico.

Un arreglo de banda sinfónica, por poner el ejemplo, tiene más de 20 paquetes de partituras, ya que cada instrumento tiene su propio papel en la interpretación de una obra. Estos arreglos hechos por expertos, se constituye en material de gran valía, porque una vez escritos se ponen en los atriles y así los ejecutantes hacen la traducción sonora, produciendo esa fascinante mezcla de timbres que solo la música es capaz de emitir en sublimes momentos de irremplazable experiencia.

Lo mismo sucede ahora con los tutoriales grabados por los maestros en sus celulares de baja gama, con pocos recursos técnicos, pero con mucha riqueza imaginativa que solo los grandes educadores pueden lograr a la hora de producir una pieza visual donde se refugian los contenidos de sus clases y que decir de los denominados podcast, material de tanta utilidad, no solo por lo que transmite en su temática, sino porque quedan guardados y de esa manera se puede escuchar en cualquier momento, por tratarse de un programa atemporal.

Aunque hay quienes se resisten a aplicar nuevas metodologías, son muchos los que le han cogido el ritmo a esta obligada circunstancia otorgada por el inolvidable 2020 que cambio definitivamente nuestras vidas a punto de imponer diferentes formas en las que poco a poco hemos ido incursionando, en el entendido que «ya nada será como antes».

A sacar entonces lo mejor de los inventarios individuales y a poner a funcionar la máquina de la creatividad, y seguramente volverán a surgir otros genios como Albert Einstein, Thales de Mileto, Leonardo da Vinci, Thomas Edison, Arquímedes, Benjamín Franklin o los hermanos Montgolfier, por mencionar a algunos de los grandes genios que nos dejaron por siempre útiles inventos, salidos de su incalculable ingenio en momentos cuando, como ahora, todo estaba por hacer.

Quizá surjan más precursores en medio de esta virtualidad donde vienen aflorando novedosas metodologías pedagógicas, que tanta falta le estaba haciendo a la educación, y así sacarla de ese confort de ventanilla bancaria convirtiéndola en verdadero recurso ágil, innovador y dinámico con el que podemos hacer grandes cambios, pero ya no por cuenta de los gobiernos que cada cuatro años experimenta inútiles propuestas, sino esta vez, por iniciativa propia de los maestros.

“Manos al ingenio”.