Bicicleta, Tierra, Idioma, Bibliotecario y Niños – #Pregones – #Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez – #Columnista7días

Estos “caballitos de acero”, “cicla” o “bici” que de forma original siempre ha sido para el transporte personal individual, que es el que le da su movimiento, impulso y avances, ya hoy es casi un lujo, por sus variaciones, modelos y precios, que la han llevado a ser codiciada por deportistas, trabajadores, empresas, equipos, multinacionales. Eso sí, no faltan los ladrones de ellas, irónicamente para celebrar el día mundial de este vehículo.

En nuestras 123 maravillas naturales, en cualquier etapa de la vida, de seguro hemos tenido contacto con una, así haya sido en su momento de “triciclo”, hemos vibrado con los triunfos de los “escarabajos” que nacen de las entrañas de la tierra que también está de fiesta, precisamente mañana, para crear conciencia de su protección, respeto y valoración, así como cuando un pedalista sube a recibir su medalla, trofeo, camiseta y el reconocimiento del respetable de este planeta.

Sirve de bandera para oportunistas, pero es la realidad de quienes la trabajan, moldean y hacen producir. Tanto tierra como bicicleta tienen el común denominador de ser para y por el hombre, que de su buen saber le recoge frutos, se pone las camisetas de su disciplina, la lleva por buenos rumbos, respeta sus elementos naturales y va por ella sobre ruedas. Pero también da resultados con la participación de los seres vivos y ecosistemas que la usufructuamos, y tanto le debemos.

Da pie para seguir hablando en el más precioso de los idiomas, que el 23 de abril recibe el homenaje por permitir interactuar en español, para que con su extenso vocabulario podamos comunicarnos, pactar acuerdos, dialogar, cantar, escribir y pregonar que es con su uso que podemos progresar, evitar guerras, seguir polarizando, escuchar y llegar a que cada individuo tome conciencia que nos llegó una pandemia, que se quedará por siempre, y que más que indicadores debemos atender a que es la casa de todos y que si deseamos seguir cohabitándola es con mínimos para todos y YA.

No se entiende que hablemos claro, clarito, pero no apliquemos lo que se predica en aulas, medios, filosofías, grupos o partidos y nos rasgamos las vestiduras por falta de líderes que lo pongan en práctica a ritmo del pedaleo de una bicicleta, por las rutas de la tierra y con señales precisas.

Por una declaratoria oficial nacional -de hace 83 años- también es el día del bibliotecario, custodios de esos tesoros que llamamos libros, de revistas, documentos y otras joyas, que abnegados los ordenan, siguiendo protocolos, y han ido evolucionando al unísono con el tiempo, a las tecnologías, y esos nichos patrimonio nos permiten acceder a múltiples formas de información, que educan, hacen ciudadanos del mundo, enriquecen el conocimiento y satisfacen las necesidades de conocer.

En cualquiera de los escenarios, rutas, momentos y espacios se podrán cometer errores, pero lo que no debe fallar –para bien de todos- son los códigos de comunicación, que se dan en los momentos en los que abanderan el “divide y reinarás” y hacen su agosto, utilizan lo aprendido para mediante transfusión ser rectores de un sector y desplazar a quienes aportan ideas concretas, defienden el respeto o “juego limpio señores” y que incomodan en los espacios de la sociedad civil. Veedurías de nivel que tanta hacen falta desde los llamados organismos de control y que fallan en sus ejercicios.

Y todo lo anterior es para llegar a la esencia de nuestra sociedad futura que son los niños, a quienes se le pone de pretexto para celebrarles su día el último sábado de abril de cada año, o mejor hacerlo todo el mes para poder abarcar los programas de cada municipio, por gestores sociales, entidades, empresas y de mecenas que protegen sus derechos, dando herramientas para progresar en la tierra.

Hacer honor que en cada uno de los 365 días hay uno de… con efemérides que para cada caso representan reconocimiento, valoración y no olvidar su historia. Inculcar en esos niños, que se movilizan y ven su proyección en las bicicletas, en los libros, en las bibliotecas, educados con el preclaro de los idiomas que nos ha bendecido la tierra, que habitamos y explotamos sin controles…

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