¿Desempleo o sobrecarga laboral? – Carlos David Martínez Ramírez – #ColumnistaInvitado

Actualmente resulta dramática la situación laboral de muchos colombianos; mientras algunos sufren porque la necesidad del rebusque los obliga a incumplir las medidas de confinamiento con tal de subsistir, en esos casos la palabra prevenir no tiene sentido ante la ausencia de intervenciones oportunas de las instituciones; por otra parte, quienes tienen la fortuna de tener un empleo se ven agobiados por la mezcla de la carga doméstica con la organizacional e incluso, muchas veces, el trabajo se multiplica, en los casos de empresas que han aplicado recortes de personal, para quienes permanecen.

En las últimas décadas se suele plantear que es preferible hablar de gestión del talento humano, en lugar de recursos humanos. Se entiende que las personas no son simples recursos en el sentido que cada vez son más valiosas, a diferencia de un objeto físico cuyo valor se deprecia con el tiempo. Esto es cierto, a pesar de los prejuicios frente a la edad en algunas regiones y sectores particulares.

A pesar de esta realidad en la conceptualización del talento humano, hay personas que instrumentalizan a otras sin reconocer su dignidad ni sus derechos humanos. El escenario es complejo y no debería caerse en la estigmatización simplista de los empresarios como buenos y salvadores o malos y perversos.

Las técnicas de gestión de personal plantean que, a mayor carga, tareas, funciones, actividades, debería ser mayor el salario; en la crisis actual que experimentamos algunas empresas han hecho recortes de personal, nuevamente, no es fácil juzgar los empresarios por este tipo de decisiones, pero el punto que quiero tratar acá es el de la sobrecarga laboral de quienes permanecen en las organizaciones.

Los administradores deben tomar decisiones difíciles actualmente, decidir quienes se van y quienes permanecen requiere el análisis de muchas variables; por otra parte, se debe procurar coherencia en la distribución del trabajo entre quienes continúan laborando; no es viable pensar en los mismos niveles de productividad con menos personas trabajando, adicionalmente, conviene no bajar la guardia en temas relacionados con la gestión de la salud mental de los trabajadores.

Tener trabajo hoy, ciertamente, es una gran bendición, pero no todo es color de rosa para los trabajadores colombianos; combatir los efectos de la sobrecarga pasa por reconocer aspectos administrativos estructurales y por mantener, incluso mejorar, procesos clave para garantizar la salud y el bienestar de los trabajadores.

En la era del conocimiento en la que vivimos se reconoce la polivalencia y la multifuncionalidad como valores preferibles a la especialización en las tares, propia de la era industrial, pero esto no puede convertirse en una excusa para abusar de la dignidad de las personas generando sobrecargas excesivas argumentando que es mejor tener trabajo a no tenerlo.