[Infografía] – La agricultura perdió 280.000 millones de dólares en una década, según la FAO

El aumento de los desastres naturales desde 2000 causó pérdidas enormes a la agricultura mundial, mientras que América Latina fue impactada de mayor forma cuando el fenómeno de La Niña devastó cosechas en Argentina y Brasil en 2012 y en Centroamérica en 2014.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaba de alertar sobre el aumento de los desastres naturales desde el comienzo de siglo, unas catástrofes que causaron pérdidas en la agricultura mundial por valor de 280.000 millones de dólares entre 2008 y 2018. Infografía EFE

Los desastres pasaron de 90 al año en la década de los 80 a unos 360 eventos en la década 2010, advierte el organismo de la ONU con sede en Roma en la edición de 2021 del informe «El impacto de desastres y crisis en la agricultura y la seguridad alimentaria», difundido.

«En ningún otro momento de la Historia moderna, la Humanidad ha hecho frente a tal variedad de riesgos y peligros, que interactúan en un mundo hiperconectado y que cambia rápidamente», se explica en el documento.

Además de la pandemia de COVID-19, la FAO recuerda que la agricultura ha hecho frente en la última década a incendios, al calentamiento global y a una plaga de langostas del desierto que han empeorado «las condiciones de vida de 42 millones de personas en el Cuerno de África, la península arábiga y Asia suroccidental».

Sin las pérdidas en la producción agrícola y ganadera causada por estos desastres, la FAO calcula que los países menos desarrollados podrían haber producido 6,8 billones de kilocalorías más entre 2008 y 2018, cifra que supone la ingesta anual de calorías de 7 millones de personas.

El director general de la FAO, Qu Dongyu, resalta en la introducción del informe la importancia de «establecer un marco de resiliencia a los desastres» que sea «una piedra angular para una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor».

Los desastres naturales afectan especialmente al sector primario, según el organismo de Naciones Unidas, que destaca que el 26 por ciento del impacto total de las catástrofes va a parar a la agricultura en los países menos desarrollados y los de ingresos medios y bajos.

Así, las pérdidas por desastres alcanzaron, en el periodo 2008-2018, los 30.000 millones de dólares en África, los 29.000 millones de dólares en América Latina y los 8.700 millones en los pequeños estados insulares en desarrollo del Caribe.

América Latina sufrió los peores momentos de pérdidas en su agricultura a mitad de la década, cuando el fenómeno climático de La Niña devastó cosechas en Argentina y Brasil en 2012 y en América Central en 2014, aunque la FAO destaca que desde 2015 «la región está en un camino positivo de reducción de pérdidas».

El calentamiento global alcanzó 1,1 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales en 2019 y la década de 2010 vivió siete de los diez años más cálidos registrados, lo que «ha intensificado las inundaciones, las sequías, las olas de calor y la escasez de agua, con impactos económicos y sociales directos».

Mientras que entre 1.000 y 1.700 millones de personas viven de recursos forestales para la subsistencia, los incendios han pasado de 67 millones de hectáreas por año en el periodo 2003-2012 a 98 millones en 2015, explica la FAO.

Estos incendios han golpeado también especialmente a países desarrollados como Australia, Grecia o el estado de California en Estados Unidos.

Las pérdidas asociadas a todos estos eventos «ponen en riesgo todas las dimensiones de la seguridad alimentaria y la nutrición, desde la disponibilidad de alimentos a su uso y estabilidad en el tiempo», se advierte en el informe.

Por ello la FAO propone el uso de nuevas técnicas para cuantificar de forma más precisa los daños causados por los desastres naturales, pues los avances en una evaluación más precisa de las pérdidas serán cruciales para que la agricultura juegue su papel en la «erradicación del hambre, el logro de la seguridad alimentaria y la promoción de un desarrollo sostenible y crecimiento económico». EFE